"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
“¡Prometemos proteger este valle!”, corean niños y niñas al inicio de Urpean lurra, entre las que se podría encontrar la propia directora, natural de Lakabe, uno de los pueblos que se salvó de la construcción del pantano de Itoiz. No en vano, ese espíritu atraviesa su mirada al material de archivo que registra la lucha colectiva de sus habitantes durante los noventa. Al que incorpora otro material menos tangible e igualmente frágil, el de los sueños, donde continúa la resistencia por preservar una forma de vida.
Maddi Barberrepite por segundo año consecutivo en Zabaltegi-Tabakalera tras presentar 592 metroz goiti en 2018, pero no se trata simplemente de su segunda ocasión en el festival, sino de la segunda vez que se aproxima a la vida (y la muerte) en el Pirineo navarro. Cuando se detuvo a observar la relación entre animales y seres humanos por encima de la cota 592, supo que tendría que hacer otra película: “Era como si no me mojase. Puede que no estuviera preparada, necesitaba un segundo acercamiento para poder profundizar y tener más tiempo de investigar”.
¿Y cómo es volver al festival? “Este año hay coloquio y me impone, aunque estaré acompañada por los montadores. En realidad la hemos hecho entre los tres y compartir esa responsabilidad de algún modo me alivia. No me gustan los coloquios ni las entrevistas porque limitan la obra, no te das cuenta de por qué estás utilizando esas palabras y no otras. Creo que la película es muy polisémica. Y de repente ponerle unas palabras concretas me duele”. Después de verla conviene cerrar los ojos, tal vez soñar, no hará falta decir nada más.
Antonio Miguel Arenas