"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Siempre a la contra, Martín Rejtman ofreció ayer en su clase magistral un amplio repaso a su filmografía y estilo cinematográfico, negando eso sí cualquier tipo de intelectualización al respecto. Presidente del jurado de Nest Film Students, el suyo ha sido un camino repleto de intervalos y bifurcaciones que ha compaginado con la literatura o la enseñanza de cine.
Gran representante del ‘nuevo cine argentino’ surgido en los noventa, considera que “esas categorías las usan los críticos para tratar de describir las cosas, pero estando dentro es difícil explicarlo. Sentíamos que había un espíritu diferente a la década anterior”. Según afirmó, “en aquella época no encontraba un diálogo posible con el cine argentino. Empecé de cero, no había referentes que me inspiraran, tuve que inventar un lenguaje. No me gustaba nada cómo se hablaba en el cine argentino y quería encontrar mi propia manera”.
Rapado, su ópera prima, tardó cinco años en estrenarse en su país, algo que argumentó al explicar que “en Argentina no había un público para esa película. Cuando la estrené en 1996 habían cambiado mucho las cosas. Llegaron nuevos festivales, escuelas de cine y revistas de crítica”. A continuación emprendió otro proyecto inusual, el rodaje de Silvia Prieto, ya que según reconoció “después de hacer Rapado no tenía ganas de esperar más y empezamos a rodar los fines de semana. Era profesor en una escuela de cine y durante tres años me pagaron con latas de película y revelado. A lo largo de ese tiempo la gente engordaba, cambiaba de pelo, se quedaba embarazada…”.
Cuando desde el público le preguntaron por el sentido del humor “brutalmente honesto” del cortometraje Shakti, a concurso en Zabaltegi-Tabakalera, afirmó no pensarlo demasiado. Simplemente “escribo situaciones y si algo me hace gracia lo dejo en la película. También a veces trabajo en contra del humor. Eso hice en Dos disparos desde el inicio. Con una película de un chico que se dispara y sobrevive no se puede hacer una comedia. Pero fui escribiendo y el humor fue entrando”. Como a lo largo de la masterclass, entre risas de los asistentes.
Antonio Miguel Arenas