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Nacido en París en 1974, Nicolas Parisier ha traído a Perlak su segundo largometraje Alice et le Maire con el que ganó el Premio Label en el último Festival de Cannes. Cineasta interesado en la política, en su último film narra la experiencia de una joven intelectual que entra a formar parte del círculo de asesores del alcalde de Lyon en lo que resulta un combate entre idealismo y pragmatismo.
¿Cómo surgió la idea de rodar esta historia?
De una manera bastante sencilla: yo quería hacer una película con Fabrice Luchini y quería que interpretara a un político. A partir de ahí me pregunté en qué perfil encajaba mejor Luchini y no lo veía ni como Presidente de la República, ni como ministro, ni como gran hombre de negocios. La cercanía que transmite me hacía verle en un registro más popular, así que pensé que su personaje podía ser el alcalde de alguna gran ciudad. Teniendo definido el personaje lo siguiente fue dar con el tono de la película. La política es un tema que me preocupa y que ya estaba presente en mis anteriores trabajos pero siempre lo había abordado de una manera solemne y, en esta ocasión, me apetecía hacer algo más ligero.
¿Por qué ese interés por la política?
Siempre lo he tenido y más que la política me interesan los procesos electorales pues son un escenario para la confrontación de ideas. Por eso mismo mis películas, pese a hablar de política, no están hechas para convencer a nadie, ni pretenden hacer partícipe al espectador de mis propias ideas.
¿Hasta qué punto cabría definir su película como una confrontación entre los ideales y el pragmatismo?
Mi idea era mostrar la debilidad que viven hoy en día nuestras democracias. En los sistemas democráticos la actividad política se articula en una sucesión de tres escenarios: reflexión, diálogo y toma de decisiones. El caso es que, actualmente, una de estas tres patas renquea. En Inglaterra, por ejemplo, son muy buenos reflexionando y dialogando pero toman muy malas decisiones mientras que en las democracias más jóvenes se suelen tomar buenas decisiones pero con un déficit de diálogo y de reflexión. Me interesaba mostrar ese contexto en mi película aunque no creo que sea el tema central de la misma.
¿Y cuál sería ese tema central?
Alice et le Maire narra, sobre todo, el encuentro entre un político y una intelectual y como ese encuentro puede llegar a cambiar la vida de ambos personajes.
Es curioso que haya elegido a una intelectual como protagonista de su película cuando se trata de un concepto bastante denostado ¿no?
Precisamente por eso. Con esta película he jugado a ser un poco abogado del diablo y me he permitido reivindicar dos de las castas más detestadas por la ciudadanía, la de los políticos y la de los intelectuales.
¿Por qué cree que estos perfiles producen esa desafección entre los ciudadanos?
Igual porque estamos asistiendo a una reactivación del pensamiento reaccionario en la medida en que los ciudadanos anteponen la reacción airada a la reflexión. De hecho resulta muy gratificante mostrarse indignado, es un estado que ofrece una recompensa inmediata al ciudadano. Muchos de los líderes que tenemos actualmente no han sido elegidos después de un proceso de reflexión por parte de los votantes sino que son productos de su indignación frente al político tradicional y, también, frente al intelectual.
Jaime Iglesias