"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Avalada por sus dos premios de interpretación en el último Festival de Berlín, donde la actriz Mei Yong y el actor Jingchun Wang (presentes ambos en San Sebastián) consiguieron sendos Osos de plata, la película china Hasta siempre, hijo mío se proyectó ayer en Perlak a pocos días de su estreno comercial en España. Junto a los actores, el director Wang Xiaoshuai (autor, entre otras, de la recordada La bicicleta de Pekín) explicaba ante algunos medios que, con esta película ha tratado de “articular un relato que vinculase la historia de una familia con los procesos de transformación sociales y políticos experimentados durante las últimas tres décadas en China”.
La historia de esta película río, de más de tres horas de duración, arranca en los años ochenta cuando la política del hijo único condicionó la vida de muchas familias en China. Sin embargo, para Wang Xiaoshuai “este es solo uno de los aspectos que toca el film. También hablamos de los procesos de privatización de muchas empresas públicas y de los cambios en el sistema económico”.
Preguntado sobre si el paso del tiempo procura perspectiva a la hora de retratar determinados acontecimientos de la Historia reciente, el director de Hasta siempre, hijo mío confiesa que “es verdad que ahora mismo en China se están rodando muchas películas sobre los años ochenta pero yo creo que es porque en aquella época la industria cinematográfica estaba sometida a las mismas políticas de planificación que cualquier otra actividad productiva. No obstante, en el caso del cine esa planificación incidía directamente sobre el tipo de historias que podían contarse y, como tal, se hicieron pocas películas sobre los conflictos de índole político o social vinculados a la realidad de aquellos años. Ahora nos estamos desquitando un poco”.
El conflicto entre individuo y sistema y la reflexión sobre los limitados espacios de libertad que encuentran los ciudadanos a la hora de decidir sobre su propio proyecto de vida, son temas recurrentes en el cine chino contemporáneo y Wang Xiaoshuai reconoce que su película también aborda, en cierto sentido, estos asuntos. Sin embargo, el cineasta precisa que “aunque en Occidente podáis llegar a pensar que estos temas se repiten en la mayoría de películas chinas, lo cierto es que en mi país se hacen muy pocos largometrajes centrados en estas cuestiones. Lo que pasa es que son justamente estos títulos los que se programan en los festivales y logran un cierto reconocimiento entre el público europeo, pero la mayoría del cine chino actual lo conforman comedias y películas de evasión. Ojalá se hicieran más películas sobre temas familiares o políticos; ahora hay más libertad para ello que la que teníamos hace unos años”.
Reacio a definir su película como un melodrama, Wang Xiaoshuai reconoce, sin embargo, que ha querido centrarse en el aspecto emocional de la historia consciente de que “las emociones son las que hacen conectar al espectador con la historia y eso es algo que ocurre con el público chino y con el occidental”. Algo en lo que coincide con su actor protagonista, Jingchun Wang, para quien “la sensibilidad de esta historia es lo que, finalmente, termina por conferirle un alcance universal”. El intérprete reconoce que el Oso de Plata que recibió en Berlín fue un momento especial por cuanto “supone que un número importante de personas se han puesto de acuerdo para reconocer tu trabajo y eso siempre es emocionante”. Por su parte, la actriz Mei Yong manifestó que para ella “el mejor premio es conseguir que los espectadores vayan a ver nuestra película”.
Jaime Igesias