"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Monos son todos ellos: los ocho niños que conviven en una especie de campamento sobre la cima de una imponente montaña ante la atenta mirada de un sargento paramilitar. No, no se trata de unas colonias de verano en la que el único propósito es la diversión. Los jóvenes guerrilleros tienen una misión clara: cuidar de la doctora que han tomado como rehén, interpretada por Julianne Nicholson. Todo parece estar bajo control hasta que el plan comienza a peligrar y, en consecuencia, la confianza entre ellos también. Su director, Alejandro Landes, quiere retratar, mediante este film, dos tipos de guerras: “El conflicto externo, que es la guerra como la conocemos y, sobre todo, el conflicto interno, que es el de la adolescencia, un momento muy fronterizo en el que no eres niño pero tampoco eres adulto; quieres pertenecer a la sociedad pero a la vez quieres estar solo”. Refiriéndose a esta difícil época que todo ser humano vive, añade que “es un momento que habla mucho de quién quieres ser, en el que empiezas a construir tu camino. Una búsqueda de identidad que sirve como gran espejo hacia un conflicto”. Sin embargo, este no es un conflicto en el que quede claro cuáles son los dos bandos de la guerra: “En la película no sabes muy bien hacia dónde van los ‘monos’, quería transmitir una sensación de incertidumbre constante”.
La elección de los protagonistas fue un largo proceso. En un primer momento recorrieron el país ‘reclutando’ a más de 800 niños de los cuales veinticinco fueron elegidos como finalistas. Después, “los llevamos a una especie de campo de verano, como un campo militar de entrenamiento. Por la mañana hacían ejercicios de improvisación y, por la tarde, entrenamientos físicos”. Landes confiesa que esa experiencia le sirvió para “ver cómo se desarrollaba esa ‘mini sociedad’: Analizaba quién coqueteaba con quién, quiénes se peleaban, dónde había química y donde no y, a medida que avanzaba esa pequeña comunidad, escogí los ocho que serían los protagonistas para conseguir esa hermandad en pantalla”.
Además, este fue un proceso en el que todos aprendieron, director incluido: “Cuando creo un proyecto no quiero terminar en el mismo lugar que comencé. Me interesa descubrir, preguntarme, explorar, generar diálogo”. Añade que “cuando estábamos rodando, estar con ellos también me enseñaba. Eso me ayudaba a la hora de adaptar el guion para cada uno y me daba las herramientas para saber cómo llevarlos a unas situaciones tan extremas. Los verdaderos cimientos de la película están ahí, en haber pasado todo ese tiempo con ellos justo antes de disparar el primer cuadro”.
Alejandro Landes es un director de largo recorrido por festivales. Debutó tras la cámara con el documental Cocalero (2007), estrenado en el Festival de Sundance, su primer largometraje de ficción, Porfirio (2011), se presentó en la Quinzaine des Réalisateurs del Festival de Cannes y pasó también por Horizontes Latinos. Su nuevo largo llega al Zinemaldia tras recibir el premio especial del jurado de la World Cinema Dramatic Competition en el pasado Festival de Sundance.
M.A.