"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En el rostro de Valeria Golino (1966) restalla el indómito atractivo de todas las culturas mediterráneas. Nacida en Nápoles de madre griega y con ancestros egipcios y franceses, su infancia transcurrió entre su ciudad natal y Atenas, lugar al que ahora ha regresado para ponerse a las órdenes de Costa-Gavras en Adults in the Room. Aunque el papel que interpreta en la película es pequeño, la actriz no dudó en ponerse a las órdenes del flamante premio Donostia: “Quería vivir la experiencia de verlo dirigir y me interesaba mucho participar en un film político. Es un tipo de cine que en los años setenta estaba muy en boga y que hoy apenas se hace y creo que es necesario volver a este tipo de películas”.
La de Costa-Gavras es uno de los dos largometrajes que la actriz napolitana ha presentado este año en el Festival. El otro es Portrait de la jeune fille en feu, dirigido por la cineasta francesa Céline Sciamma, que ganó el premio al mejor guion en Cannes y que puede verse estos días en la sección Perlak. El adjetivo político vuelve a ser utilizado por Valeria Golino para definir también este largometraje: “Aunque sobre el papel se trate de una historia de amor, resulta innegable que en Portrait de la jeune fille en feu subyace una reflexión política sobre la condición femenina en el pasado pero también en el presente ya que, actualmente, muchos derechos que una creía consolidados están volviendo a ser cuestionados desde determinados sectores”. Este auge del pensamiento reaccionario en la escena europea tiene a la actriz “preocupada e impotente ya que estoy viendo resurgir fantasmas que me aterran”.
Para la actriz “se impone un cambio de mentalidad y en ese sentido el cine es un arma muy poderosa. Quienes nos dedicamos a él tenemos el privilegio de promover, con nuestro trabajo, espacios de reflexión entre los ciudadanos, de hacer que la gente se pregunte cosas pero no de ofrecerle las respuestas porque el cine debe ser político pero no ideológico. Si fuera así dejaría de ser cine y se convertiría en propaganda”.
No obstante, frente al pesimismo que le procura la situación política actual, Valeria Golino encuentra motivos para la esperanza en el espacio ganado por las mujeres, y la industria del cine es un buen ejemplo de ello: “Hasta hace veinte años las actrices de más de cuarenta lo tenían complicado de cara a que les ofrecieran personajes interesantes. Las cosas, sin embargo, han empezado a cambiar y yo creo que hoy se escriben mejores papeles para mujeres de nuestra edad”. Prueba de ello es el ritmo de trabajo que mantiene Golino en el cine italiano, complementando sus trabajos como actriz con su labor como directora.
Jaime Iglesias