"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Si hemos de guiarnos por las impresiones de los cineastas e intérpretes que cada año nos visitan, parece claro que el activo más importante del Festival lo constituyen sus espectadores. Pocos certámenes están tan abiertos al público como el de San Sebastián y pocas audiencias son tan fieles como la del Zinemaldia que, durante nueve días, se vuelca con el festival hasta apropiarse de él. Aunque hablar de público, así en singular, quizá se antoje un poco temerario ya que, a poco que uno recorra la ciudad, se da cuenta de que hay tantos públicos como películas se proyectan a lo largo de estos días.
Está el espectador informado, como un joven de Eibar que hace cola frente al Victoria Eugenia para asistir a la proyección de Petra: “Es la última película de Jaime Rosales que es un cineasta que me interesa mucho. Por desgracia es lo único que voy a poder ver este año, para la de Carlos Vermut no pillé entradas y tampoco me venía bien por fechas. A ver si el próximo año…”. A su lado, una pareja murciana también alude al 2019: “Llevamos seis años viniendo y aquí estaremos, otra vez, dentro de doce meses. A la hora de seleccionar películas nosotros preferimos aquellas sesiones en las que hay presentaciones o coloquios. De este año nos quedamos con Roma de Cuarón y con Casi 40 de David Trueba”.
Cruzamos el Boulevard y nos dirigimos a los cines Príncipe donde se está empezando a formar la cola para Street Corner, uno de los largometrajes que integran la retrospectiva de Muriel Box. Los primeros de la fila son un matrimonio de Pau enamorados de Donostia pero que nunca habían tenido la oportunidad de venir al festival: “Yo trabajo en Argentina y nunca nos coincidían las fechas. Mi mujer lleva años queriendo venir y al final lo hemos conseguido. Lo malo es que sacamos tarde las entradas y no hemos podido ver todas las películas que nos interesaban”. Detrás de ellos, un grupo de mujeres vizcaínas y guipuzcoanas nos dicen que, para ellas, “el festival es la excusa para vernos, para quedar, nos juntamos una vez al año y siempre vamos a ver alguna película”.
Otro punto neurálgico son las puertas del María Cristina, allí se reúnen los caza autógrafos como Iker: “Soy de Zumárraga pero ya llevo seis años viniendo al festival. Llego aquí a las ocho de la mañana y estoy hasta las siete de la tarde. Después intento organizarme para ir a ver alguna película. De las que he podido ver este año me quedo con Red Joan”. Más veterana que él, Amaia, de Pasaia, lleva veintiocho años asistiendo al Festival: “Aquí vengo a ver a los actores y a los directores. Me cojo incluso vacaciones para ello. Al cine ya voy el resto del año”, comenta mientras recuerda con una sonrisa la amabilidad de John Malkovich, su estrella favorita de cuantas han tenido oportunidad de estampar su firma en el elegante álbum de autógrafos que porta, con orgullo, bajo el brazo. Son solo unos pocos ejemplos de los diferentes públicos que atesora el Zinemaldia.
Jaime Iglesias