"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Entre dos aguas es un título que remite a la canción de Paco de Lucía, pero que, tal y como explica su director Isaki Lacuesta, “se ajusta perfectamente a lo que cuenta la película: entre dos aguas, entre dos hermanos, entre dos mares, entre dos continentes, entre lo que esperas de la vida y lo que te encuentras”.
Lacuesta ya sabe lo que es ganar una Concha de Oro, algo que consiguió en la edición de 2011 con Los pasos dobles, y ahora vuelve a la Sección Oficial recuperando doce años después a los personajes de La leyenda del tiempo. En Entre dos aguas, Isra y Cheíto (interpretados por Israel y Francisco José Gómez Borrero), aquellos hermanos adolescentes gitanos, son ahora adultos que se enfrentan a la madurez en circunstancias muy distintas: Isra acaba de salir de la cárcel por tráfico de drogas y lucha por un trabajo digno y seguir adelante con su vida, mientras Cheíto forma parte del ejército, aunque sueña con montar su propia panadería.
“Algo muy valioso del cine es que nos permite captar el paso del tiempo”, explica el director. “Yo he querido filmar ese paso del tiempo”. Y lo hace con vocación hiperrealista. Lacuesta mantiene su reconocible fusión entre realidad y ficción, pero frente a ciertos juegos formales que llevaba a cabo en muchos de sus títulos anteriores, en esta ocasión ha querido trabajar con los menos ingredientes posibles, con más transparencia formal, y conseguir así una película más desnuda: “No he querido que las formas se interpongan entre los personajes y el espectador”.
Y continúa: “Es una película que crea ficción, pero muy pegada a la realidad, a la vida cotidiana. Se produce un diálogo entre el guion y lo que efectivamente nos encontramos una vez comenzamos a rodar. Toda escritura es un diálogo constante con la colaboración de los actores que ponen en palabras las sugerencias que les hago. Se trata de un trabajo de empatía. En esta película se ha creado un espíritu de familia que ha resultado necesario para poder hacerla”.
Esa atención a la realidad cobra especial sentido en cuanto la película, sobre todo, busca atender a personas y realidades que no suelen contar con visibilidad. “El arte permite ponerte en contacto con gente que no es como tú. Hoy en día parece que nos juntamos sólo con aquellos que son como nosotros, pero los cineastas, como el público, tenemos la oportunidad de vivir otras realidades gracias a las películas”, explicó Lacuesta, a lo que el músico Kiko Veneno quiso añadir: “Las artes hacen desaparecer las barreras geográficas, culturales, raciales…”.
Sobre la posibilidad de que pudiera haber en el futuro una nueva continuación, el director reconoce cierta esquizofrenia al respecto: “Por un lado me gustaría seguir con ellos toda la vida, y en la medida en que nos llevemos bien, lo haremos. Pero también hay que decir que son películas muy exigentes, que desgastan mucho”.
Gonzalo Garcia Chasco