"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La relación entre Fernando Franco y el séptimo arte es auténtica. Una historia que viene de lejos: “La primera vez que fui al cine dije: ‘Eso quiero hacerlo yo’”. Su familia podría no habérselo tomado en serio pero su cabezonería era tal que su padre le decía: “Al final trabajarás en el cine aunque sea de taquillero”. De hecho, Franco se crio entre libros de cine: “Desde muy pequeño ya estaba leyendo sobre el cine de Antonioni. Queda un poco freak, pero es la verdad”.
Su historia con el Festival no es muy diferente: “El Zinemaldia es el máximo responsable de que me haya ido bien”, afirma. El primer largometraje de Franco, La herida, se alzó con el Premio Especial del Jurado y la Concha de Plata a la mejor actriz. “Aunque nunca haya participado en la sección dedicada a las nuevas promesas del cine, yo llegué aquí con mi ópera prima y la acogida y respuesta del Festival fue inmejorable”. Pero no sólo consiguió hacerse con los premios por los que competía en el Zinemaldia; su primer proyecto obtuvo también el Goya al mejor director novel y a la mejor actriz. Su segundo largo, Morir, también estuvo presente en el Festival.
Este año forma parte del jurado de Horizontes Latinos, lo cual confiesa que es “una responsabilidad absoluta para los tres”. Asegura tener “un tremendo interés por el cine de América Latina: sobre todo por los temas humanos que aborda”. Cuando le preguntamos sobre qué requisitos tiene que tener una buena película, asegura que “lo importante es que le transmita, que sea lo más completa posible”. Pero no olvidemos que Fernando Franco “vive en una esquizofrenia permanente”; no sólo dirige sus propios proyectos, también ha trabajado como montador para proyectos de otros directores como Blancanieves de Pablo Berger o Que Dios nos perdone de Sorogoyen, entre otros.
Pero no acaba aquí su impecable currículum. También imparte clases en universidades como la Pompeu Fabra, Carlos III y la escuela ESCAC, entre muchas otras. Su relación con los nuevos directores es permanente y cuando le preguntamos sobre la apuesta que hace el SSIFF por las jóvenes promesas, asegura que es un acierto, ya que “un Festival como este les da mucha visibilidad. Están viendo las películas de nuevos directores y eso les lleva a entusiasmarse y a fantasear con tener aquí la suya”. De hecho, participa en dicha sección como montador de la mano de Celia Rico, que presenta Viaje al cuarto de una madre, protagonizada por Lola Dueñas y Anna Castillo. ”Nunca consideré que ser director fuera un salto irreversible porque así consigo tener mi escuela de cine particular”.
Sobre el proceso personal con sus filmes confiesa que “son procesos largos. Me tomo mi tiempo en la escritura. Las primeras versiones las hago solo y después suelo trabajar con alguien que me aporte distancia y perspectiva para que el proyecto pueda evolucionar”. Para Fernando Franco es importante que la preparación previa al rodaje sea intensa y completa. De esta manera, la filmación ocupa “el sprint final”.
María Aranda