"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tras venir la pasada edición del Zinemaldia a presentar en la Sección Oficial la película Nos vemos allá arriba, además de 120 pulsaciones por minuto en Perlak, la cual ganó el Premio Sebastiane que él mismo recogió, el actor Nahuel Pérez Biscayart vuelve a San Sebastián como miembro del Jurado Oficial. El último año ha sido especialmente intenso y positivo profesionalmente para él, fruto del éxito de esas dos películas francesas y del reconocimiento con el César al Mejor Actor Revelación por la segunda de ellas. Sin embargo, el actor cuenta ya con una notable trayectoria previa desde sus inicios en su Argentina natal, y pasando por distintas producciones internacionales. Pero “en Francia he vuelto a nacer”, bromea.
Pérez Biscayart siempre ha tenido una relación estrecha con los festivales de cine, desde que de muy joven devoraba películas a partir de la primera hora de la mañana y hasta la madrugada en el Festival de Buenos Aires, que representaba su única oportunidad para ver “películas de otros mundos”. Ahora mismo, los aprecia como un excelente punto de encuentro y como vía para crear lazos entre países que faciliten la coproducción. Además, en los festivales, las películas se siguen viendo en las salas de cine, un aspecto que reivindica: “Este es el único lugar en el que podemos parar un poco la vida y encontrarnos con otros en un espacio compartido. En un tiempo en el que tenemos tal acceso a la imagen virtual, el hecho de que siga existiendo un espacio físico así es sorprendente. Algo debe haber ahí que nos sigue llamando la atención o conmoviendo”.
En San Sebastián este año le corresponde la labor de evaluar el trabajo de otros, pero su mirada sigue siendo similar a la que siempre ha tenido a la hora de ver cine. “Quizás en un jurado uno puede tener consideraciones más globales, y podría cobrar especial valor el atender a cuestiones políticas, a reivindicaciones, o a visibilizar realidades que lo necesitan, pero tampoco esa debe ser la primera motivación a la hora de valorar las películas”.
Por eso, lo primero para él es que le sorprendan. “Las películas que me conmueven o que me llaman la atención son aquellas que se salen un poco de la norma, en las que pueda encontrar un lenguaje propio, que no reproduzcan cosas ya vistas mil veces. Cuando uno se acerca a algo que pretende ser nuevo, no quiere ver repetir fórmulas hechas”. Y continúa: “Me gusta no pensar en qué me gusta. Me gusta ser sorprendido. Me gusta cuando me siento perdido en una película, cuando no entiendo muy bien dónde posicionarme. Cuando me hago preguntas. El cine para mí pasa por hacerse preguntas”.
Al final, Pérez Biscayart considera que su función no es otra que poner sobre la mesa su subjetividad conjuntamente con las subjetividades de otros, y así además quizás poder aprender algo. “La objetividad no existe en el cine. Poner valor a una obra de arte es una contradicción. El arte te invita a hacer preguntas, a abrir debates, a romper con cosas, y no a dar valores puestos en un orden determinado”.
Gonzalo García Chasco