"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El veterano y prestigioso director de animación francés Michel Ocelot estaba ayer encantado tras la proyección en el Velódromo de su último film, Dilili à Paris / Dilili in Paris: una historia ambientada en el París de la Belle Époque por la que desfilan multitud de personajes históricos de la época. Era su primer estreno fuera de Francia y la proyección en una pantalla tan grande y con tanto público, que además la recibió de forma entusiasta, se convirtió en una experiencia extraordinaria.
¿Con qué intención nació esta historia tan especial?
Hay dos motivos importantes. En primer lugar hay una voluntad por defender a las mujeres y las niñas. Constantemente se les hace daño. Hay más víctimas por la violencia hacia las mujeres que por las propias guerras y eso es muy grave. Hay dos formas de vivir: cuando los hombres pisotean a las mujeres, y otro mundo paralelo que florece en el que hombres y mujeres conviven.
Pero además hay otra razón que surgió por casualidad. Yo quería aprovechar para mostrar la moda de París, pero investigando sobre ello me di cuenta de la riqueza cultural y humana de una época concreta, y decidí que esta película fuera una auténtica celebración de la civilización y la convivencia.
¿Al mostrar la brillantez de esta época y sus personalidades se puede detectar quizás cierta vocación didáctica?
No me gusta la palabra didáctica. Lo que yo quiero es sembrar semillas y que el público las recoja. Soy un ser humano al que le gusta compartir.
¿Piensa en un público determinado a la hora de escribir sus historias?
No lo pienso. Lo hago. Sé que gusta a los niños, pero mi secreto es no trabajar para ellos. Nunca me he sentido cómodo con el hecho de que porque haga animación se suponga que hago cine infantil. Soy un caballo de Troya que se cuela de lleno también en el mundo de los adultos.
¿Representa esta película algún tipo de novedad con respecto a lo que ha sido su carrera anterior?
Principalmente hay dos aportaciones nuevas. En primer lugar, el uso de la fotografía para mostrar una realidad bella, como la arquitectura de París o sus paisajes. Y en segunda lugar, el hecho de que haya incorporado como personajes a personas que realmente existieron, algo que nunca había hecho.
Es ya un referente mundial del cine de animación, así que la pregunta final es un poco inevitable: ¿Cómo ve la evolución del género y el lugar que ocupa en este momento en el que tanto está cambiando el audiovisual?
Bueno, sobre todo hay que agradecer que ahora la animación es un oficio respetable. Cuando yo empecé, aparte de Walt Disney y poco más, no existía una industria significativa. Ahora ya se considera que la animación es arte. Pero todavía queda camino por recorrer.
Gonzalo García Chasco