Ha sido un proceso largo, casi diez años de trabajo que arrancaron, precisamente, en el Festival de San Sebastián. En 2006 Raúl de la Fuente presentaba en ZabaltegiNömadak Tx, su ópera prima como director y casi desde ese instante tuvo claro que su siguiente largometraje estaría protagonizado por el periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski: “Para mí siempre ha sido un referente, una figura fascinante en su manera de confrontarse con la realidad”. Una pasión compartida con Amaia Remírez, productora y coguionista de Un día más con vida, y cómplice del director desde el rodaje de Minerita, película con la que ganaron el Goya al mejor corto documental y por la que recibieron premios en certámenes tan importantes como San Diego o Cracovia. La apuesta por capturar la mirada de Kapuscinski en un largometraje híbrido que mezclase animación e imagen real y asumiese las estrategias de representación del cine documental, es algo que De la Fuente y Remírez tuvieron claro desde el primer momento: “Nos impusimos construir un relato inspirado en el estilo literario de Kapuscinski, en su precisión por el detalle, en su gusto por la metáfora”, comenta Amaia Remírez. A su lado, Raúl de la Fuente asiente y comenta: “Nos dejamos guiar por ese sentido de libertad que subyace en sus escritos que, en cierto modo, tienen algo de collage. De todas maneras para nosotros no existen las fronteras entre el documental y la animación y tampoco queremos que esta película alimente ese tipo de debates”.
De entre la vasta obra del periodista polaco, De la Fuente y Remírez eligieron “Un día más con vida” como punto de partida para aproximarse a la complejidad del personaje: “Él siempre dijo que era el mejor libro que había escrito y nosotros estamos de acuerdo”. Publicada en 1975, esta obra evoca los días que pasó en Angola en medio de la guerra civil que asoló el país africano tras haber conseguido independizarse de Portugal. El cineasta Damian Nenow, codirector del film, opina que aquellos meses fueron determinantes en la forja del mito Kapuscinski: “Hasta entonces él había tenido una trayectoria de prestigio como periodista pero la publicación de dichas páginas le confirmaron como un gran escritor, uno de los mejores de nuestro tiempo. ¿Cuál fue el alcance real de las vivencias que tuvo en Angola? ¿En qué medida aquella experiencia como corresponsal de guerra le cambió la vida? Son interrogantes que están ahí, pero lo que es seguro es que durante aquél conflicto Kapuscinski experimentó una transformación y eso, narrativamente, nos resultaba muy interesante”. “Además –añade Raúl de la Fuente– se trata de un libro con una estructura muy clara que se ajusta muy bien a los rigores del guion cinematográfico”.
Raul de la Fuente: “Angola, durante la guerra fría, fue un gran tablero de ajedrez”
Tanto Raúl de la Fuente como Damian Nenow coinciden en señalar que uno de los aspectos más interesantes de aquella obra escrita por Kapuscinski a mitad de los años setenta es su proyección de futuro: “Él siempre fue consciente de que la Historia es cíclica, los acontecimientos se repiten y aquella confusión que él vivió en Angola hoy la podemos ver en Ucrania o en Siria”, comenta Nenow. “Angola, durante la Guerra Fría, –añade De la Fuente– fue un gran tablero de ajedrez en el que EE.UU y la URSS discutieron su posición hegemónica mientras trataban de hacerse con el control de sus recursos materiales. Hoy estamos viviendo un conflicto en Siria con los mismos actores”. En opinión de Amaia Ramírez, esto sucede “porque la Guerra Fría no es un capítulo cerrado en el gran libro de la Historia sino que, actualmente, aún estamos padeciendo las secuelas de aquél conflicto. En este sentido, si hay una esperanza de regeneración, esta pasa por la juventud africana”. Tanto ella como los dos directores reconocen estar expectantes por la respuesta que la audiencia donostiarra brindará a la película: “A pesar de haber presentado el film en Cannes, para nosotros venir a Donostia es regresar a casa, al lugar en el que este proyecto comenzó su andadura”.
Jaime Iglesias