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Un buen día el cocinero Germán Martitegui, uno de los más reputados de Argentina, decidió cerrar su restaurante de Buenos Aires durante 40 días para rearmarlo desde cero en las viñas de Mendoza frente al majestuoso paisaje de la cordillera de los Andes. El realizador Alfred Oliveri estaba presente cuando el chef anunció sus intenciones y “lo vio tan contento” que enseguida tuvo claro que quería formar parte de esa aventura.
Oliveri es el fundador de House of Chef, una plataforma audiovisual que realiza producciones de temática culinaria desde un punto de vista personal. De ahí su vinculación con Martitegui y el resto de cocineros importantes de su país. Para Oliveri, “la gastronomía argentina está empezando a escribir su historia gracias a una nueva generación de cocineros que están contando algo nuevo y orgánico”.
De entre todos ellos, Martitegui es el más conocido tanto nacional como internacionalmente. “Se trata de una persona atravesada por la emoción. Por ello, uno de los objetivos primordiales con la película era poder transmitir toda la emoción que emanaba del discurso de Germán y de la experiencia que estaba viviendo.”
Como la aventura que se describe en pantalla, la creación y producción de Tegui: Un asunto de familia también tuvo tintes épicos, especialmente por la falta de medios. “Para la realización de nuestros respectivos proyectos, ambos tuvimos que saltar al vacío y en mi caso, incluso, asumir riesgos económicos”, revela Oliveri. “Son epopeyas románticas personales avaladas únicamente por el espíritu de uno mismo”.
Oliveri reconoce que la pasión que muestran por su trabajo es una de las singularidades que más le atraen de los cocineros. “No es una profesión segura, no es cómoda y, sin embargo, aman lo que hacen. Los documentales de gastronomía tienen éxito porque cuentan historias apasionantes sobre gente apasionada”, piensa Oliveri.
Pese a la fuerza de la figura de Martitegui, en la película de Oliveri hay un segundo elemento inanimado capaz de quitarle el protagonismo. Ese no es otro que la región de Mendoza. A Oliveri le alegra que su largometraje sea capaz de contar secretos de un territorio que, como la gastronomía argentina, está empezando a abrirse al mundo. “Efectivamente es tan idílica y maravillosa como aparece en la película”, dice el director.
En ese aspecto, los asistentes a la cena temática de esta noche están de enhorabuena, ya que “la idea original de Germán es traer Mendoza a San Sebastián en toda su extensión”. Utilizando los mismos productos, el chef elaborará los sofisticados platos que se ven en el film e, igualmente, serán acompañados por los vinos de los hermanos Michellini. “Justamente lo que no permita una pantalla de cine, que es saborear los platos, se podrá hacer horas después durante la cena”, asegura Oliveri.
Iker Bergara