"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Año 2000, Paul Thomas Anderson gana el el Gran Premio FIPRESCI(Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica) a mejor película del año con Magnolia. Como es habitual, la película ganadora se proyecta en el Zinemaldia. En ese momento muchos espectadores descubren (descubrimos) el placer de visitar un universo fílmico que esconde una sorpresa y un estímulo en cada secuencia. Una sensación que acompañará a cada nueva película de este genial director.
Año 2018, Paul Thomas Anderson ha vuelto ha ganar el Premio FI-PRESCI–por tercera vez tras la citada Magnolia y Pozos de ambición (2007)– con la extraordinaria El hilo invisible. La historia de Alma (Vicky Krieps), una camarera que se convierte en modelo, musa y amante del prestigioso y exigente modista de la alta sociedad Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis). Junto a ellos vive Cyril (Lesley Manville), la hermana del modista. Entre los tres se establece una lucha de egos, jerarquías y dependencias.
El hilo invisible vuelve a regalarnos esa estimulante sensación de que Paul Thomas Anderson nos lleva por caminos por los que nadie nos ha llevado antes. No es que falten referencias –desde Hitchcock a Haneke pasando por Polanski o los herma-nos Grimm–, pero la forma que tiene de construir sus personajes, de na-rrar, de usar las imágenes, sonidos y música para contar la enfermiza disputa triangular de egos, es total y absolutamente personal y sorprendente. Si el espectador piensa que la historia le va a llevar por un camino, Paul Thomas Anderson escoge otro; cuando cree que la película trata sobre un tema descubre que en el fondo quiere contar algo radicalmente distinto. O no, porque la historia no avanza de forma lineal, sino que se expande y crece en todas las direcciones y estratos ante nuestros ojos. Todo está relacionado, todo tiene un sentido, todo son piezas de un puzle que encajan perfectamente para acabar construyendo una obra maestra.
Y si la dirección de El hilo invisible es superlativa, ¿qué decir de las interpretaciones? Contar en el reparto con un actor como Daniel Day-Lewis es ya una gran garantía. Estamos hablando del único que ha ganado tres Oscar al mejor actor protagonista. Junto a él Lesley Manville, una actriz sin aura de estrella, pero con una solídísima filmografía en la que destacan sus colaboraciones con Mike Leigh –entre otras Secretos y mentiras(1996) o Vera Drake(2004)–, realizando una de las mejores actuaciones de su carrera. Por si fuera poco, a este dúo de veteranos intérpretes se une el refrescante descubrimiento que ha sido Vicky Crieps. Una actriz luxemburguesa que nos regala una interpretación llena de matices, basculando entre la fragilidad y la fuerza, que le hace brillar a la altura de sus consagrados compañeros de reparto.No se puede hablar de El hilo invisiblesin hacer mención a la banda sonora. La cuarta colaboración de Jonny Greenwood con Anderson –un fijo desde Pozos de ambición–se aleja de lo que esperábamos de Phantom Thread / El hilo invisibleun compositor como él, tan apegado al lirismo, y se tiñe de un regusto más clásico, pero igualmente hipnótico, juguetón y sorprendente. Como decíamos, en las películas de Paul Thomas Anderson, nada es como se espera.
Poder disfrutar de esta película en una gran pantalla (y es que sólo en el cine se ve de cine) es uno de los pequeños grandes lujos que ofrece el Festival. Ojalá haya espectadores que, como muchos hicimos en aquel año 2000, caigan rendidos ante la magia del cine de Paul Thomas Anderson.
Ricardo Fernández