"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Actriz, productora y directora, no es la primera vez que Nadine Labaki (Beirut, 1974) está presente en Donostia. Con su ópera prima Caramel (2007) obtuvo el Premio del Público y el de la Juventud y con su siguiente largometraje, ¿Y ahora dónde vamos? se hizo con el galardón de la audiencia al mejor film europeo. Este año clausura Perlak con Capharnaüm que en el último festival de Cannes se hizo con el Premio del Jurado. Según Labaki el título de su última realización fue lo primero que tuvo claro de la misma, antes incluso que el argumento de la película: “Cafarnaúm, según la Biblia, fue una ciudad palestina condenada por la ira divina. A partir del siglo XVIII los escritores franceses comenzaron a usar esta palabra como sinónimo de caos, de desbarajuste. Yo misma cuando era estudiante recuerdo haberla utilizado con ese significado. Así que cuando hace un par de años hice una relación de aquellos temas que más me indignaban como los matrimonios concertados de menores o la explotación infantil, al terminar de apuntarlos en una pizarra vi claro que aquello era un cafarnaúm y que ahí tenía el título para una nueva película”.
La siguiente decisión que adoptó la cineasta libanesa es ceder el protagonismo del relato a un niño: “Fue una idea que me vino una noche volviendo a casa cuando se me acercó una mujer pidiendo con un niño en sus brazos. Me fijé en la cara del crío y sentí que su único deseo era dormir, algo que entre el ruido, el tráfico y su madre le privaban de hacer. Que a un niño de tan corta edad se le negasen los derechos más básicos me rebeló y cuando llegué a casa dibujé una cara infantil con una leyenda donde decía ‘no quiero vivir en este mundo’. Ese fue el punto de partida de la historia”. A partir de ahí la película narra en flashback las correrías de Zain, un niño de doce años que resuelve denunciar a sus padres por haberle dado la vida y criarlo en un clima de pobreza y explotación: “Zain es un niño que ha vivido muchas cosas, no es que tenga un bagaje vital impresionante pero sí que ha visto mucha violencia a su alrededor y eso le da una sabiduría y una capacidad de razonamiento superior a la de muchos adultos”. Para explicar la singularidad del protagonista de su película, la directora apela a una frase del refranero popular: “Los niños son los únicos que dicen la verdad”.
Cuestionada sobre el concepto de pornomiseria y sobre la supuesta manipulación emocional a la que, según algunos de los periodistas acreditados en Cannes, somete al espectador con esta película, Nadine Labaki comentó: “Realmente no sé lo que hay de pornográfico en hablar de tus sentimientos. En Francia hay una palabra que se ha puesto muy de moda: retenue. Es un concepto que trata de conferir valor a aquella actitud que pasa por contener tus emociones, por no compartir tus sentimientos. Es muy cómodo estar sentado en el café de una gran ciudad ignorando todo aquello que acontece en los cinturones de miseria que rodean estos centros urbanos. Los que hablan de pornomiseria son los mismos que miran para otro lado cuando ven un mendigo”.
Jaime Iglesias