"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Y en cada lenteja un dios, el film que estrena Culinary Zinema, nunca hubiera existido si antes no llega a nacer una bonita amistad entre el guionista Luis Moya y el realizador Miguel Ángel Jiménez. Los diferentes trabajos donde han colaborado les han unido tanto que siempre buscan momentos libres para grabar cosas juntos.
Casualmente, los familiares de Moya son los dueños de L’Scaleta, el prestigioso restaurante con dos estrellas Michelín situado en Cocentaina, Alicante. “Son maravillosos, el retrato de familia que siempre me hubiera gustado tener, un montón de gente que trabaja por un sueño común y que ha logrado brillar desde un sitio aparentemente tan anodino como Cocentaina”, explica el director Miguel Ángel Jiménez.
Dado que Jiménez siente una especial atracción por la familia de su amigo y que tenían tiempo para grabar algo, ambos cineastas decidieron retomar un proyecto gastronómico que abandonaron años atrás pero centrándose únicamente en L’Scaleta y la familia de Moya.
Curiosamente, pese a venir de la familia que vienen, ni Moya ni Jiménez sienten especial interés por los trabajos audiovisuales relacionados con la gastronomía. Jiménez incluso reconoce que no le gustan. “Antes de rodar vi algún documental para orientarme, pero, sinceramente, no les vi ninguna intención de contar algo que transcendiera más allá de explicar el trabajo de un cocinero o cómo se hace un plato”.
Quizá por ello, el realizador reconoce que pasó un buen tiempo intranquilo por no saber cómo encarar el proyecto. Hasta que un día se despertó y lo vio claro: “Moya iba a ser el vehículo principal del documental”. Jiménez le llamó y le explicó que a través de la película narrarían la vuelta a su pueblo y que, además, una vez allí se iba a tener que afeitar la barba. “El que es un tipo modernete, esto último ya le mató”, bromea Jiménez. “Para mí, en cambio, era una forma de que estuviera más expuesto ante la cámara”.
La apuesta de Jiménez salió a pedir de boca ya que, a pesar de las inseguridades de su amigo, tanto él como su familia lograron mostrarse tal y como son. “De toda la gente de L’Scaleta me gusta que no son nada pretenciosos e, incluso, son críticos con ese ambiente de cocineros estrella. Creen en lo que hacen pero desde la sencillez y la naturalidad, no se consideran artistas”.
Carrera cinematográfica
Todo eso hizo que, mientras rodaba, el director sintiera “que estaba haciendo algo importante”. El buen sabor de boca que le ha dejado ese trabajo, junto con su nuevo cortometraje Kafenio Kastello, seleccionado en Kimuak y la película Sumendia que rodará con Emma Suárez hace que Jiménez vea su carrera cinematográfica con optimismo.
Sin embargo, no siempre ha sido así. “Tras la película Chaika hice una muy mala que hizo que me desnortara, pero ahora, en cambio, lo veo todo acertado y que estoy yendo en la dirección correcta”, concluye.
Iker Bergara