"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Entre las certezas que ofrece el Festival a quienes, cada septiembre, se dejan caer por la ciudad, están las aglomeraciones humanas en la spuertas del María Cristina en busca del autógrafo de su actor favorito,las fluctuaciones meteorológicas y la presencia de Hirokazu Koreeda. Ayer, en la rueda de prensa que precedió a la ceremonia en la que se le entregó el premio Donostia, él mismo se encargó de ironizar sobre su vinculación con el Zinemaldia: “Antes cada vez que tenía una película, los del Festival me llamaban interesados en verla para traerla a San Sebastián. Ahora soy yo el que me esfuerzo en hacer un film al año con la esperanzade volver aquí”.
En este sentido, el director japonés confesó que “la concesión del premio Donostia la asumo como un reconocimiento a la relación que he tenido con el festival a lo largo de todo este tiempo antes que como un galardón a toda mi carrera. De ser así me parecería un premio un poco prematuro: creo que todavía me quedan por delante unos cuantos años de seguir haciendo cine”.
De momento el próximo proyecto que dirigirá empezará su andadura el próximo mes de octubre y será suprimera producción rodada fuera de Japón, concretamente en Francia. En ella Koreeda dirigirá un reparto de campanillas donde destacan nombres como los de Juliette Binoche, Ethan Hawke y Catherine Deneuve: “La verdad es que asumo este proyecto como un reto y espero estar a la altura de todos esos grandes intérpretes con los que voy a trabajar”. El flamante Premio Donostia confesó que para él “a la hora de rodar unapelícula es mucho más importantecompartir una visión de lo que se estáhaciendo que una lengua común. Puedes estar rodeado de un equipo de profesionales de tu propio país,con los que te comunicas en el mismoidioma y tener una idea de rodaje totalmente distinta”.
Para el cineasta nipón el cine tiene un alcance universal, más aún en el caso de aquellas películas cuya materia prima son las emociones,algo que, según manifestó, también descubrió en San Sebastián: “Lo recuerdo perfectamente, fue cuando presenté Still Walking. Muchos espectadores se me acercaban y me decían ‘oye la madre que sale en tu película es igual que la mía’. Yo les contestaba ‘no puede ser, ese personaje está inspirado en mi propia madre y además es muy japonés’. Pero me fui dando cuenta de que basta apelar a un escenario muy íntimo para que la historia que cuentas sea comprendida en cualquier parte del mundo”. Un escenario como el de Manbiki Kazoku (Un asuntode familia), la película que le valió la Palma de Oro en el último Festivalde Cannes y que presenta este año en Donostia: “Soy conscientede que tengo fama de ser un director especializado en dramas familiares,pero no me gusta cerrarle laspuertas a ningún género”.
Jaime Iglesias