"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Situada en la mitad de la trayectoria de Muriel Box, Testigo en peligro (1956) es un buen ejemplo del modo en que la directora británica era capaz de adaptarse a la estética y los mecanismos de un género para modelarlo por dentro de forma sutil con elementos de otro. Aquí es el cine negro y la intriga criminal lo que predomina, pero Muriel Box nunca pierde de vista la descripción de las relaciones personales desde su primera secuencia, ni abandona la perspectiva de la mujer, a pesar de que algunos hombres tomen a veces el primer plano del relato. Se permite, incluso, algunos suaves detalles de humor y romanticismo, justo cuando la tensión y el dramatismo van creciendo más, para relajar por un momento la intriga y potenciarla a continuación. Todo esto en una película aparentemente muy sencilla, con look casi de serie B, pero magníficamente aprovechada en cada pieza de su elaborado mecanismo.
También es una mujer la autora del guion, Janet Green, responsable de otros efectivos dramas criminales de la época, como Trágica obsesión (Ralph Thomas, 1950). Pero el inicio de Testigo en peligro tiene una ligera conexión con la anterior película de Muriel Box, la ácida y estupenda comedia de ruptura matrimonial ambientada en la televisión, Simon and Laura. En Testigo en peligro, la tele que ha comprado el marido es el motivo de discusión, cuando la esposa llega a casa del trabajo y le reprocha el caprichoso gasto. Es una secuencia sencilla, solo el detonante de una historia que irá por otros derroteros, pero indica la mano de Muriel Box para hacer costumbrismo moderno y retratar a una mujer con determinación, propia de su cine. Esa mujer, Lucy (Muriel Pavlow, que también participó en Simon and Laura), decide volver a la calle en la noche para disipar su enfado, y en su caminar se respira el hostil ambiente nocturno: dos hombres le lanzan un desagradable piropo, ella no hace caso y acaba refugiándose en un cine. A media película se interna por los pasillos de la sala en busca de la cabina para llamar a su marido, que no responde en casa (un primer elemento de intriga) y a su regreso al patio de butacas es testigo de un robo en el que el gerente del cine es abatido. Y ella ve el rostro de los dos delincuentes. Al huir de ellos, es atropellada por un autobús y enviada al hospital. Los ladrones, por supuesto, tratarán de encontrarla e impedir que les delate.
Muriel Box alterna la acción en cuatro puntos simultáneos: los de los delincuentes, el hospital donde llevan a Lucy, el marido que decide buscar a su mujer por la calle y el lugar del crimen. Aunque poco a poco todo confluye hacia el hospital, hasta la habitación donde Lucy está acompañada por otras pacientes y una enfermera que darán mucho juego dramático y conforman sus propias microhistorias. Un espacio que tratan de asaltar repetidamente los dos delincuentes, quienes a su vez mantienen una relación de dominio y sometimiento. El cuidado timing y el fluido manejo de la cámara hacen de Testigo en peligro una absorbente y habilidosa intriga en poderoso blanco y negro, no exenta de ironía.
Ricardo Aldarondo