Neon Heart articula las historias de tres personajes principales cuyas vidas están interconectadas. Es un largometraje repleto de fragmentos del pasado y del presente, que a modo de mosaico nos irán aportando detalles de las vivencias de Laura, Niklas y Frederik en un periplo lleno de tabúes y deseos en el que los vínculos se establecen, se enfrían y también se rompen.
Es la ópera prima de Laurits Flensted-Jensen, quien tras graduarse en la National Film School of Denmark en la especialidad de documental y rodar varios cortometrajes, ha querido jugar en las fronteras de lo real y la ficción en Neon Heart, una película con un enfoque valiente ante temas que de forma intuitiva nos harían mirar para otro lado.
Le interesaba crear escenas con matices diferentes, tanto de forma como de contenido que contrastasen entre sí, creando un equilibrio a lo largo de toda la película en la que hasta el propio título ‘Corazón de neón’, suena discordante: “Intento salir de mi zona de confort en mis películas, llevarme a lugares nada cómodos en los que me toque reaccionar y replantearme aspectos éticos o dilemas morales para los que quizá no tengo una postura definida en un primer momento. He tenido sentimientos encontrados a la hora de grabar ciertas secuencias de mi película. Necesito explorar mis propias contradicciones para entender cuál es mi percepción verdadera y poderla integrar en la narrativa de manera honesta, con el peso de la responsabilidad añadida de estar incluyendo en ese viaje a las actrices y actores a los que estoy dirigiendo.”
El rodaje de Neon Heart puede entenderse casi como un experimento social, una exploración de lo desconocido, donde Laurits tiene que ser muy cauto y cuidar mucho de cada una de las personas involucradas en el proyecto para que se sientan cómodas en cada toma. Para poder trabajar de una manera más humana y natural los personajes, para él es esencial mantener una relación muy cercana con sus actores y actrices.
“Exploro mis propias contradicciones para entender cuál es mi percepción verdadera”
Pasa también de secuencias con textura de vídeo doméstico a imágenes muy cuidadas, de encuadres impecables, llenas de color pero que curiosamente corresponden a los momentos más artificiales, frente a la verdad que contiene el material en apariencia menos modificado. “Los sentimientos aparecen ligados a la estética visual de los planos. Me gusta crear las películas desde esta idea de contraste porque me interesa especialmente indagar en cómo creamos la identidad; qué pasa en la superficie en contraste con lo que pasa debajo; ese doble filo moral de la sociedad”.
Por un lado la película nos presenta a Laura que regresa a su hogar en Dinamarca después de una corta carrera en el mundo del porno en los Estados Unidos. Por otro, Niklas es un trabajador social que cuida de dos personas con síndrome de Down. Finalmente tenemos a Frederik, el hermano adolescente de Niklas, en plena búsqueda de identidad que quiere ganarse el respeto como vándalo, presionado por sus amigos”.
Los cuerpos de los personajes con síndrome de Down contrastan rotundamente con el de Laura, a nivel visual y en cuanto a su utilidad. Laurits nos presenta los personajes en paralelo para inducir una reflexión sobre los cuerpos normativos y aquellos que quedan excluidos. Entre los cuerpos sexualizados y los invisibilizados, para los que no se reserva ningún espacio relativo a sus pulsiones sexuales. “Con este tipo de contrapuntos busco despertar a la audiencia para que puedan replantearse sus propias normas de moralidad y ética a través de las acciones de mis personajes. Una de mis principales obsesiones o intenciones con mis películas es retar las percepciones generales que tenemos de las normas, y plantear preguntas acerca de tabúes sexuales como el derecho a la sexualidad de las personas con diversidad funcional. Si mi película consigue que los y las espectadoras se cuestionen, mientras la ven, quién tiene derecho a vivir una sexualidad plena en nuestras sociedades, solo eso será un logro precioso”.
Amaiur Armesto