"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Claire Denis llega a San Sebastián con una de esas películas que la cinefilia y buena parte de la crítica aguarda con fruición. Denis es siempre una cineasta esperada en los certámenes en los que participa. Podrá defraudar, sorprender o convencer, pero es un valor firme. Nunca había competido en el de Donostia, donde desembarca con parte del reparto de su aproximación a la ciencia ficción, entre ellos Juliette Binoche, que sale del universo Kawase para entrar en la cosmología Denis, y Robert Pattinson, que hace años que ha marcado distancia con Crepúsculo trabajando con Werner Herzog, David Cronenberg o Anton Corbijn.
High Life también va del futuro, de un futuro incierto y no fechado. Es la historia de un hombre y su hija que viven en una nave espacial, más allá de los confines del sistema solar, y de una serie de experimentos de reproducción humana. Denis es especialista en sacar mucho partido a las situaciones más parcas, inalterables; su anterior película “de género”, Trouble Every Day, exploraba la relación epidérmica entre un hombre y una mujer adictos a la carne humana. Stuart Staples (Tindersticks) prosigue su elegante colaboración musical con la directora.
Musical, en un sentido distinto, fue La leyenda del tiempo, una de las grandes películas de Isaki Lacuesta. El director –galardonado con la Concha de Oro en 2011 por Los pasos dobles– regresa a uno de los personajes principales de aquella, el niño Israel, cuya pasión por el cante quedó truncada tras la muerte de su padre. El título de La leyenda del tiempo evoca a Camarón de la Isla. El de la continuación de aquella, Entre dos aguas, a Paco de Lucía. Doce años después, Lacuesta reencuentra a Israel y filma su precaria situación actual, sus paseos por la Isla, la imposibilidad de reencontrarse a sí mismo y reconciliarse con los suyos. Hacía tiempo que el paso inclemente del tiempo no había estado tan bien filmado.
En Perlak, dos autores adictos al requiebro. El francés Jacques Audiard se labró el prestigio remodelando el policíaco francés, pero en sus tres últimas películas ha hecho probaturas bien distintas: el melodrama De óxido y hueso, el drama social Dheepan –por el que ganó la Palma de Oro de Cannes– y ahora, con The Sisters Brothers, un western ambientado en los violentos tiempos de la fiebre del oro y protagonizado por Joaquin Phoenix, John C. Reilly y Jake Gyllenhaal. El otro es Alfonso Cuarón, quien ha alternado las cinematografías mexicana y estadounidense, ha rodado uno de los mejores filmes de la serie Harry Potter, hizo del 3D un estado de ánimo en Gravity (un buen recuerdo para el festival la proyección tridimensional en el Victoria Eugenia de las andanzas de Sandra Bullock en el espacio) y propone con Roma, una producción Netflix –el actual (y cansino) campo de batalla de la industria audiovisual actual–, un viaje crudo y en blanco y negro al barrio de Ciudad de México en el que creció.
Quim Casas