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La película que presenta Beatriz Seigner en Horizontes Latinos, Los silencios, es una representación de lo que muchas familias colombianas vivieron durante el conflicto armado de su país. La película trata el drama sociopolítico y el realismo mágico desde la experiencia personal de una madre y un hijo que comienzan una nueva vida en Brasil, en una pequeña isla situada en la frontera de estos países con Perú. En la película también tienen un papel protagonista los fantasmas de los familiares que se quedaron en el camino.
“Empecé a trabajar esta historia hace ocho años basándome en una experiencia personal que una amiga compartió conmigo”. Durante el proceso, Beatriz entrevistó a más de ochenta familias que viven la misma situación que se explica en Los silencios. Creía que era vital que la gente conociera la situación actual que vive su país: “En Brasil recibimos muchos desplazados y, a pesar de ello, casi no tenemos en cuenta a nuestros vecinos”. Añade que “esta es una manera de incluir a Brasil en Latinoamérica”.
Su productor, Thierry Lenouvel, nos acompaña en esta entrevista. Sobre cómo comenzó su relación explica que “nos encontramos en 2012 en el Festival de Cannes porque en ese momento yo estaba involucrado en una película colombiana. Empezamos a hablar regularmente y, poco a poco, fuimos construyendo una historia que, desde su inicio, tenía una complicación peculiar, porque se trataba de una película brasileña hablando sobre un país vecino repleto de conflictos”.
En Los silencios la mujer se convierte en un elemento fundamental de la película: “Quería mostrar a una mujer fuerte. Ella consigue reflejar ese período de luto dedicado a los familiares fallecidos a la vez que sigue construyendo una nueva vida”. Muy importante es la relación que se refleja con el único hijo que le queda: “El hijo sólo quiere llamar su atención. No entiende por qué su madre está centrada en otro mundo, el de los muertos, cuando él es el único vivo”, y añade que “la película hace hincapié en esos arcos opuestos que pasan entre la relación que construye con sus hijos”.
El lugar de rodaje escogido para el film tampoco fue de lo más sencillo: “Es una isla que se encuentra bajo el agua cuatro meses al año”. Para la directora era importante contar con ese papel, que es otro personaje más de la película: “Es una metáfora de las sensaciones que vive Amparo, la madre”.
Thierry Lenouvel asegura que estar en San Sebastián, tras pasar por Cannes, es “una oportunidad para promocionar la película en este país y para presentarla al mercado”. Añade que, “es increíble que haya una sección dedicada exclusivamente al cine de América Latina”. La directora concluye que: “Es el festival europeo con la mayor apuesta por el cine latinoamericano”.
Beatriz Seigner ha conseguido plasmar en esta historia la evolución de las relaciones personales que ocurren en una familia desestructurada, combinada con la ficción que aportan los fantasmas de los que ya no están.
M.A.