"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Joseph Losey no sentía demasiado aprecio por The Gypsy and the Gentleman (1958), un encargo realizado para la compañía más poderosa del cine británico, Rank Organization. Por el contrario, Intimidad con un extraño (1956) le parecía su película más satisfactoria desde El merodeador (1951), y de Tiempo sin piedad (1957) recordaba a unos actores remarcables que hicieron con él cosas extraordinarias en apenas tres semanas de rodaje.
Son tres películas de integración en la industria cinematográfica británica, Intimidad con un extraño firmada aún con seudónimo de Joseph Walton a consecuencia de una caza de brujas que no afectó solo a los cineastas que se quedaron en Estados Unidos sino que, debido a la influencia económica de las majors de Hollywood sobre los estudios ingleses, se extendió igualmente a los que se habían exiliado.
Intimidad con un extraño fue escrita por Howard Koch, otro represaliado. Tiempo sin piedad supuso el reencuentro de Losey con Ben Barzman, guionista de The Boy with Green Hair (1948) e Imbarco a mezzanotte (1952), también en las listas negras. La primera es una clara metáfora, cuando no reflejo directo, de la situación de Losey: su protagonista es un montador estadounidense que se instala en Inglaterra después de haber mantenido relaciones con la esposa de su jefe. Cambia el oficio cinematográfico delprotagonista y el motivo por el que se va de su país, pero la situación – el exilio– es la misma.
Tiempo sin piedad, una satisfacción personal de Losey al ser el primer film inglés que pudo firmar con su verdadero nombre, tiene un inicio que habrían aprobado los Fritz Lang y Sam Fuller más lacónicos: el asesinato de una muchacha mostrado mediante efectos de iluminaciónn, sonido y música, sin palabras. Este drama criminal de pulso sostenido, fotografiado limpiamente en blanco y negro por Freddie Francis, es en el fondo una historia de redención: un novelista alcoholizado regresa a Londres tras una cura de desintoxicación para salvar a su hijo, condenado a muerte por un crimen que desde el principio sabemos que no ha cometido, por lo que no importa tanto el desenlace como el periplo del fatigado y alterado protagonista (Michael Redgrave) enfrentado con sus demonios.
El endeudado gentleman de The Gypsy and the Gentleman tiene poco de caballero. En la primera secuencia, en una ruidosa taberna, acepta una apuesta: abrazar un cerdo enjabonado durante un minuto. Después, cuando el padre de su prometida le pregunta si la quiere, él dice que no pero que la cuidará bien, a lo que el padre asiente dándole la mano. La actriz griega Melina Mercouri compone una extravertida y en exceso agitada gitana, pero es alguien completamente distinto en un mundo caduco y encorsetado, de ahí la alianza –contra todos los prejuicios– entre la gitana y el caballero, relación que Losey contempla con todo el escepticismo del mundo.
QUIM CASAS