"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La cena temática de esta noche en el ni neu será la única de esta edición que se celebrará fuera del Basque Culinary Center. “Es un ejercicio que esperamos todos los años y que nos ayuda a crecer”, asegura Mikel Gallo, jefe de cocina del restaurante. “A partir de sus películas, Culinary Zinema nos ha permitido acercarnos a cocinas de otros países y eso siempre es enriquecedor”. Así, con la película de hoy, The Cakemaker, al chef le ha tocado empaparse de la gastronomía israelí.
El donostiarra ha contado con la ayuda del cocinero argentino Tomás Kalika. Por iniciativa propia, el equipo del ni neu siempre invita a un cocinero internacional en función de la procedencia y temática de la película. Pese a nacer en Buenos Aires, Kalika creció y se formó en Jerusalén y actualmente dirige en su ciudad de origen el restaurante de cocina judía Mishiegune. “En él, intento ser honesto con mi identidad y cocinar lo que soy”, explica.
“El film cuenta una historia muy interesante que te tiene enganchado de principio a fin”, piensa Gallo. Ambos cocineros han visto con detenimiento la película rodada a caballo entre Berlín y Jerusalén. “He podido reconocer muchos de los sitios que aparecen. Incluso el café donde transcurre la historia está situado en una zona que yo solía transitar a menudo”, cuenta Kalika. “A mí particularmente me ha atraído porque ha logrado transportarme a lugares que forman parte de mi memoria personal”.
Con The Cakemaker, el director de la cinta, Ofir Raul Greizer, ha firmado una obra muy poética y emotiva. El joven pastelero que la protagoniza es un hombre pausado y reflexivo, muy lejos de la imagen acelerada de la cocina que últimamente estamos acostumbrados a ver en televisión. “En una cocina los ritmos no siempre son los mismos, hay momentos más pausados y otros caóticos”, explica Gallo. “No sé si la poesía existe como tal en la gastronomía, pero sí esa reflexión que te lleva a un punto creativo”, señala Kalika.
Gallo confiesa que en esta ocasión no ha sido fácil crear el menú “ya que en la película apenas se ve cocinar”. Lo importante en el film de Raul Graizer son las relaciones humanas entre los personajes unidos por un contexto gastronómico o, más bien, por la receta de unas galletas. “Han sido esas galletas las que finalmente nos han dado la idea que permitirá vincular a cena a la película”, explican.
El resto del menú estará basado en la identidad judía. Kalika reconoce que no existe un plato característico judío, pero sí muchas cocinas judías diferentes. “Somos un pueblo errante y nuestragastronomía no es la misma en la India, en Túnez o Rumanía”.
Kalika llegó ayer a San Sebastián pero sabe que apenas va a visitar nada. “Entrar en la cocina de otro cocinero, ver cómo trabaja y conocer su mirada es los más entretenido y rico de esta experiencia. Además, me hace ilusión haber traído conmigo al joven aprendiz Franco Emanuel Pinilla . Para mí es un premio poder darle esta oportunidad.