La historia del Zinemaldia va más allá del encuentro de estrellas de cine. El Festival sirve para atraer a la ciudad proyectos de nuevos directores, exposiciones o coloquios que nos nutren y nos ofrecen puntos de vista diferentes.
También forman parte de este evento cooperaciones de carácter social como la que presentó ayer José Luis Rebordinos, director del Festival, en el cine Príncipe. Porque el cine es esto: la mejor herramienta para unir cultura y cooperación. El proyecto, dentro del marco Gipuzkoa Coopera, ha aportado la formación en el lenguaje cinematográfico a estudiantes argentinos de escuelas que cuentan con menos recursos para tener acceso a una experiencia de cine.
Esta iniciativa, puesta en marcha por el Festival y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA), que cuenta con la financiación de la Diputación de Gipuzkoa, ayuda a “generar una cooperación internacional entre diferentes países”, explica Ione Hernández, directora del proyecto. Su labor allí fue la de formar a partir de técnicas de cine a los alumnos de secundaria de la escuela pública número 37 de Ciudad de Mar del Plata, en Argentina.
La sala 5 del Príncipe respiraba ayer un aire diferente. Se percibía la ilusión y la emoción de unos jóvenes que llegaban de otro continente, de otro mundo. Cuando se les preguntó qué les había parecido la experiencia, uno de ellos la calificó como: “Del 1 al 10 le daría un 100. Ha sido una experiencia grandiosa. La posibilidad de poder grabar con un buen equipo de cámaras, aprender cómo funciona todo. No lo podríamos haber vivido sin vosotros”.
Este proyecto, explicaba Fernando Sol, director general para la cooperación de desarrollo de la Diputación Foral de Gipuzkoa, “se planteó desde el Departamento de cultura y la Dirección de cooperación porque queríamos empezar a trabajar con lo que Naciones Unidas ha venido ya probando: nuevos objetivos de desarrollo sostenible”, lo que implica “cambiar lo que entendemos por cooperar: Si antes diferenciábamos entre países donantes y países que recibían una donación, ahora hablamos de un mundo único, donde todos tienen algo que dar y también algo que recibir”. Por su parte, Fernando Juan Lima, Vicepresidente de INCAA, afirmó que “acceder a esta oportunidad te cambia la vida” y añadió que: “Si uno quiere cambiar el mundo para bien, la educación y la cultura son la mejor herramienta para hacerlo”.
José Luis Rebordinos quiso hacer hincapié en varios aspectos, dirigiéndose sobre todo a los jóvenes argentinos que presentaban los cortos en representación de sus compañeros: “Si dirigir este festival tiene sentido es por momentos como este y por gente como vosotros” y continuó con un sincero consejo en el que les animó a “creer en todas vuestras posibilidades y estudiar; os hace más libres, cuanto más preparados estéis más posibilidades tendréis. Vais a tener que pelear porque este mundo está muy mal y vosotros sois el presente y el futuro. Necesitamos a gente como vosotros para cambiarlo”. Fernando Sol quiso agradecer al Festival, a los chicos y, sobre todo, a Ione el trabajo realizado en Argentina y el montaje posterior aclarando que “Ione y el equipo son los créditos de esta película” y culminó su discurso animando a los jóvenes a no abandonar el camino: “Un camino muy importante” que acaban de empezar en el que “podrá haber dificultades, pero nunca debemos dejar de hacer algo por miedo a equivocarnos”.
Dos de los jóvenes dieron las gracias al Festival y a Gipuzkoa Coopera en representación de su escuela por esta oportunidad única, y aseguraron que para ellos estar aquí “es un honor” y continuaron afirmando que “poder enseñar el trabajo que hicimos con nuestros compañeros es una experiencia inolvidable”. Por su parte, Ione admitió sentirse la más afortunada de todos porque “he estado en ambas partes, he vivido las sensaciones de allí y las de aquí”, y continuó asegurando que “un proyecto así merece la pena”.
Tras la presentación se proyectaron los 3 cortos seleccionados para representar a los alumnos de la escuela pública número 37 de Mar del Plata. El primero contaba una divertida historia sobre un joven traficante de marihuana; el segundo describía la vida de una chica que abusaba de sus compañeros y que, en paralelo, vivía situaciones de violencia en su casa; y, por último, el tercero narraba el secuestro de una joven cantante a la que engañan citándola para un falso casting.
Tras los aplausos, vinieron las preguntas. Ione y los jóvenes explicaron cómo fue el proceso de creación de los cortos. “Cuando llegamos allí los chicos ya tenían sus historias pensadas. Las escuchamos y elegimos las tres que estaban más desarrolladas”. Después, “en grupo, las fuimos completando. Guiamos a los chicos a la hora de estructurarlo a partir de pautas de escritura cinematográfica”. Ione admite que “estaba sorprendida de cómo alumnos que nunca habían tenido experiencia en un rodaje funcionaban tan bien”. Cabe destacar que en 3 días rodaron los 3 cortos. Y asegura que “lo más divertido fue la formación de equipos y la repartición de tareas. Ese momento fue muy interesante; tenían que comprender que cada uno tenía su función en el corto, pero todos querían hacer de todo porque estaban acostumbrados a colaborar siempre entre ellos”. Como decíamos, el cine rompe fronteras, creando una pequeña familia dentro del marco del Zinemaldia. Un bonito proyecto cinematográfico en el que el Zinemaldia ha puesto su grano de arena.