La película con que TVE presenta en el certamen donostiarra su compromiso con la producción de cine español nace ya prácticamente como fenómeno popular a través de las redes antes incluso de estrenarse en los cines. En buena parte porque se basa en una obra de teatro que se estuvo representando en Madrid con enorme éxito durante cuatro años, y que sus propios autores adaptan ahora a la gran pantalla.
Javier Calvo y Javier Ambrossi adaptan su musical La llamada, y lo hacen con el mismo reparto que la ha representado sobre las tablas, encabezado por las cuatro actrices Macarena García, Anna Castillo, Belén Cuesta y Gracia Olayo. Pero tal y como dicen ellos, tampoco se trata de una adaptación idéntica ni mucho menos. “Éramos conscientes de que manejábamos lenguajes diferentes, así que hemos tenido que desaprender la función. Aquí las técnicas han sido diferentes y no queríamos hacer una película teatral. Por eso han surgido nuevas situaciones, nuevas canciones… Realmente es algo distinto”, explican. Hay que tener en cuenta que además son directores primerizos, y reconocen que había muchas cosas que no sabían a la hora de rodar una película, pero que gracias a la generosidad del director de fotografía Migue Amoedo, tuvieron mucha ayuda.
La premisa argumental desde luego se mantiene, y no se le puede negar originalidad: En un campamento cristiano donde varias monjas mantienen una particular y diversa relación con la música, cada una con sus gustos, se aparece Dios (interpretado por Richard Collins-Moore), y resulta que a Él le encanta Whitney Houston, lo cual revolucionará el campamento.
La historia es una reivindicación de la diversidad y los gustos de cada cual, sin que nadie deba sentirse culpable por ser como es. Los autores sobre todo quieren subrayar que se trata en definitiva de una reivindicación de la diversidad, del respeto, de la inclusión, de la libertad. “Dejemos de juzgar. Ser moderno es reflexionar sin atacar”, declaran. La llamada desde luego no pretende ser una película sobre la religión; los autores emplean ese recurso para defender que cada cual atienda sin miedo su llamada personal. Y todo este discurso lo hacen en el marco de una defensa convencida de la generación milenial: “La generación milenial somos una generación libre, valiente y que no pide permiso para decir lo que quiere decir”.
José Corbacho, uno de los productores de la película, además de congratularse por los valores de respeto que promueve el film, quiso reivindicar el trabajo de los directores: “Con ellos recuerdas que este oficio es ilusión”.
GONZALO GARCÍA CHASCO