"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Nelyubov/Loveless es una película sobre la indiferencia y el olvido. No es un film fácil de ver, pero su contundencia (expresiva y temática) nos reconcilia con una forma decontar historias individuales que saben convertirse en una radiografía precisa de la situación de un país y de una sociedad, a la vez que exploran, en este caso, la relación entre padres e hijos. La indiferencia y el olvido al que es sometido un niño de 12 años cuando sus padres, separados y en búsqueda obsesiva del divorcio que oficialice esa separación (no se quieren, nunca se han querido), se desentienden de él durante unos días. Alexei, el muchacho, escucha llorando tras la puerta la enésima discusión entre sus padres. Ya no viven juntos, pero siguen gritándose y odiándose. En un plano sobrecogedor, el pequeño llora en silencio mientras se oyen nada lejanos los improperios de una y otro. Después, el relato sigue la vida de los dos, con sus respectivas parejas. La cámara se desentiende de Alexei porque los padres se desentienden de él. Y tras la desaparición del niño, el conflicto se renueva y la película arranca de nuevo.
Lleva la firma de Andrei Zvyagintsev, posiblemente uno de los mejores nombres del panorama cinematográfico ruso actual. Elena y Leviathan, sus anteriores largometrajes estrenados en España, eran de una deslumbrante precisión visual sin que nunca se le pudiera tildar de estilista o esteticista. “¡Qué manera de filmar!” sería el comentario generalizado ante la visión exultante de estas películas. Lo mismo ocurre con Loveless, recompensada con el Premio del Jurado en el último Cannes. Como en Leviathan, Zvyagintsev filma los exteriores de la ciudad invernal como una naturaleza muerta. Los personajes discurren por ella y en cada composición del plano intuimos la tensión general que padecen. Pocos directores expresan tanto con tan poco. El desenlace es sobrecogedor. Nunca la ausencia y sus efectos, o la superación de la misma, ha sido mostrada en una pantalla con la contundencia de la que hace gala Loveless. Traducimos el título por Sin amor, pero no es solo un film sobre el amor entre hombres y mujeres, padres e hijos. Es también una película sobre la Rusia actual, una simulación democrática antes que un país, según palabras del director.