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En pleno debate sobre los resultados que las políticas de integración han tenido, a lo largo del tiempo, en las distintas sociedades europeas y cuando en la mayoría de los países la crisis de los refugiados se ha afrontado cerrando los ojos, cuando no mirando directamente para otro lado, la cineasta polaca Urszula Antoniak ha optado por afrontar directamente la crisis de identidad ligada al sentimiento de desarraigo que padecen muchos inmigrantes en Beyond Words, película presentada ayer a competición.
“Yo misma soy inmigrante. A pesar de ser polaca llevo 20 años residiendo en Holanda –explicó la directora–. Recuerdo a primera visita que hicieron mis padres a Ámsterdam para verme. Me sentí rara, como si perteneciera a una realidad cultural distinta pero sin terminar de formar parte de ella. Encima mi padre se perdió y esa imagen de una persona mayor en una ciudad que no es la suya, sin conocer el idioma, me dio la pauta para rodar esta película”.
Beyond Words cuenta la historia de un joven abogado polaco que vive y trabaja en Berlín y que se esfuerza por ser percibido como un ciudadano de primera ocultando su origen. Una visita de su padre, con quien jamás había tenido relación, le devuelve a sus orígenes, al territorio de su infancia y le hace cuestionar sus esfuerzos por aparentar ser quien no es: “Yo creo que el orgullo viene dado por el amor –precisó Urszula Antoniak– y justamente eso es lo que le falta a Michael, el protagonista, cuya infancia ha estado llena de carencias. Por eso busca que le quieran y le valoren a través del esfuerzo”. La directora afirmó que “como inmigrante siempre he buscado integrarme pero al final me he dado cuenta de que la integración tieneque ver también con cómo te perciben los demás y esoescapa a mi control”.
Sobre la estética del film, rodado en blanco y negro, Antoniak dijo que atiende a la idea de que “vivimos en un mundo de contrastes donde incluso entre los inmigrantes hay clases, esa ausencia de grises quisimos que estuviera reflejada en la película”.
JAIME IGLESIAS