"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
En 1955 Robert Aldrich tomó como punto de partida una rudimentaria novela policiaca de Mickey Spillane, “Kiss Me, Deadly”, para alumbrar un sofisticado film noir: El beso mortal. La clave para cambiar notablemente el alcance del relato estuvo en sustituir el móvil del crimen. En el libro toda la intriga estaba motivada por un robo de joyas mientras que en la película era la sustracción de secretos nucleares lo que motivaba el complot al que debía de hacer frente el detective Mike Hammer. Salvando las distancias, Lynne Ramsay ha tomado un camino parecido al de Aldrich en You Were Never Really Here, adaptación de la novela homónima de Jonathan Ames, donde una red mafiosa dedicada a la prostitución de menores se convierte, por obra y gracia de Ramsay, en una corrupta organización política: “Teniendo en cuenta las cosas que acontecen en nuestra sociedad, apelar a la crueldad de las mafias me parecía algo poco relevante, por eso introduje ese cambio. De todas formas, las implicaciones sociales que puede tener la trama ocupan un lugar subsidiario respecto al personaje de Joe; él es quien ocupa el centro del relato”.
La singularidad de este asesino a sueldo con ínfulas de justiciero (cuya interpretación le valió a Joaquin Phoenix el premio al mejor actor en el pasado Festival de Cannes) radica en su ambigüedad. De hecho son más cosas las que intuimos de él que las que sabemos a ciencia cierta: “Quería hacer un retrato minimalista y muy concentrado de una personalidad torturada”, explica la directora, quien, asimismo, admite que el enigmático final del film tiene que ver “con la frustración que le genera a Joe no tanto el hecho de no haber podido salvar a Nina –la prostituta adolescente a la que pretende liberar de sus captores– como el no haber podido salvarse a sí mismo”. Lo que tuvo claro Lynne Ramsay desde el principio es que quería que la narración estuviese guiada por la mirada de su protagonista, lo que justificaría un relato vacilante y confuso porque “la información que le llega al espectador es aquella de la que dispone Joe y él ignora muchas cosas”.
Lynne Ramsay confiesa que estuvo mucho tiempo preparando el personaje mano a mano con Joaquin Phoenix hasta conseguir despojarle de épica: “No nos interesaba crear un héroe de físico imponente y seguro de sí mismo, más bien al contrario. De hecho, otro de los cambios que introdujimos respecto a la novela tiene que ver con su arsenal. En el libro disponía de numerosos gadgets para llevar a cabo sus misiones. Aquí decidimos que, únicamente iría armado con un martillo”. La directora admite, atendiendo al pasado de Joe como niño víctima de malos tratos y joven soldado (algo que se nos sugiere en diversos flashbacks), que una de las posibles lecturas que conlleva su película es que “la violencia engendra violencia” y niega que la ambigüedad del film juegue en contra de su comprensión: En Cannes fue el segundo título mejor valorado por la audiencia”. Ramsay se sorprende ante la extrañeza que en algunos ha generado que un film como éste lleve la firma de una mujer: “Yo creo que las mujeres estamos legitimadas para dirigir cualquier tipo de historia. De hecho, cuando pienso en mí lo hago como cineasta antes que como mujer”.