"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Marine Francen presentó ayer el estreno mundial de su ópera prima Le Sémeur / The Sower (El sembrador), una adaptación libre del relato “L’homme semence” (El hombre semilla), de Violette Ailhaud. Cuenta Marine que lo que más le impactó fue el potencial poético del texto y el planteamiento vital que presentaba el libro en un contexto bélico donde las mujeres se quedan solas y la vida debe continuar.
La película nos traslada a una remota aldea francesa donde, tras el golpe de Estado de Bonaparte a finales del XIX, llegaron las represalias a la resistencia republicana y desaparecen todos los hombres. Las mujeres, con una inquietud lógica sobre el paradero de sus maridos, padres y hermanos, se van encerrando en sí mismas, generando un fantasma de inquietud aún mayor en una situación casi apocalíptica. Tras dos años aisladas, la llegada de un joven desconocido a su excepcional realidad las desconcierta y enfrenta con su juramento: compartir al primer varón que aparezca para perpetuar la vida, a través de todas ellas.
La directora no quería apegarse demasiado a la historia original en su enfoque, porque su intención era crear una película a caballo entre el realismo de la reconstrucción histórica y la voluntad de explorar aspectos más sensoriales que descriptivos: “Busqué un equilibrio entre ambos puntos de vista narrativos”, explicaba Marine. “Me interesa explorar el campo onírico frente al retrato de lo real, tan presente en el cine francés. Yo intento escaparme de esa influencia y me centro en potenciar la fuerza de la imagen. Trabajo mucho más el aspecto formal que la propia trama, porque para mí no se trata de dar con un argumento adecuado, sino de saber dirigir la mirada y encontrar la forma apropiada para contarlo”. Marine nos contaba ayer que ella es de la vieja escuela, “una de esas raras avis hoy en día que en vez de realizar estudios de cine, descubre el oficio trabajando”. En sus años de ayudante de dirección, a las órdenes de cineastas de la talla de Olivier Assayas o Michael Haneke, aprendió a saber gestionar la presión que supone dirigir un equipo y todos los retos y problemas que afectan un rodaje. Entre proyectos, fue escribiendo y rodando sus cortos, hasta que llegó el momento de dar el salto al largometraje.
Tener el honor de competir en el Festival es algo que le produce una gran satisfacción, porque en cierta manera “es el reconocimiento al trabajo bien hecho”. Dice sentir una sensación muy especial ante estas proyecciones, aunque lo vive al mismo tiempo con cierta alerta, expectante por ver cómo reacciona el público con su película.
AMAIUR ARMESTO