"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tras años de esporádicas visitas a la ciudad, el Premio Donostia 1998 John Malkovich regresa al Festival como presidente del jurado de la Sección Oficial, un empeño que desea acometer desde la empatía y la generosidad hacia sus colegas de profesión. El artista norteamericano confía en su amplio bagaje cultural y en su carácter ecuánime a la hora de valorar las películas a competición.
Este año ha venido a San Sebastián en calidad de presidente del jurado de la 65 edición del Festival; pero esta no es su primera visita, ¿cuál ha sido su relación con el Festival? Chema Prado me dio a conocer el Festival de San Sebastián. A él lo conocí a finales de los 80 en el rodaje de la película que hice con Bernardo Bertolucci. Años más tarde me concedieron el Premio Donostia y he vuelto varias veces con otros filmes, incluida una vez como productor ejecutivo del primer film de ficción de Diego Luna (Abel, 2010) que estuvo compitiendo aquí y que fue galardonado con el Premio Horizontes. Durante estos años he conocido a mucha gente que trabaja aquí y siempre he disfrutado viniendo.
¿Cómo recibió el encargo de Josè Luis Rebordinos?
En los últimos años me han preguntado sobre la posibilidad de ser jurado del Festival pero siempre estaba trabajando y esta es probablemente la primera vez que he estado libre. A veces puedo venir un día o dos, pero nunca estaba lo suficientementedisponible para quedarme durante todo el festival. Estuve visitando San Sebastián en abril, pero por motivos que no estaban relacionados con el festival. Entonces nos reunimos una noche y hablamos sobre la posibilidad de presidir el jurado de este año. En cuanto confirmé que estaba disponible, acepté.
¿Cómo le hace sentir esta designación y la responsabilidad que conlleva?
Es un privilegio estar aquí como jurado, y es un privilegio ver las 18 películas en competición junto a tanta gente brillante e interesante involucrada en el cine. ¡Es fantástico!
¿Qué le gustaría aportar a su labor como presidente del jurado?
Creo que soy una persona muy justa con un amplio abanico de intereses y un vasto espectro de experiencias. Eso es todo, probablemente.
¿Y qué espera obtener de esta nueva experiencia?
No sé, porque todavía no he tenido la experiencia. Con suerte, mágicamente, la gente dejará de hacerse selfies… Espero conseguir eso, pero no sé si ocurrirá.
Ha trabajado en diversas facetas de la industria cinematográfica y conoce a fondo el trabajo de actor, director, productor, etc. ¿Se siente cómodo al valorar el trabajo de sus colegas como parte de un jurado?
No creo que sea un juicio; bueno, lo es, es un jurado y eso es lo que un jurado hace, pero siempre soy bastante empático. Creo que no es fácil hacer una buena película. Yo he fracasado muchísimas veces y otras personas también. Soy bastante consciente de ello.
En su apretada agenda, ¿qué hay escrito en la página que sigue al Festival de San Sebastián?
Me espera una breve gira con un par de piezas de música clásica: una que se llama “The Music Critic” y otra quehago con una pianista rusa que se basa en una adaptación de la novela de Ernesto Sábato “Sobre héroes y tumbas”. Después, a finales de octubre, creo que haré un film con la directora danesa Susanne Bier, para Netflix. Y, aunque todavía no he firmado el contrato, tengo el proyecto de colaborar con mi amigo el director Peter Berg, con el que trabajé hace un par de años en “Deepwater Horizon”, en su nueva película, un thriller.
IRENE ELORZA