"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Savage significa lo que significa: salvaje. Basa. Wild. Sauvage. Wildner. También se admite la acepción ‘ off-limits’, ‘off-road’. Free Style. Y quienes caminan por este lado salvaje del Zinemaldia suelen ser outsiders. Outcasts. Misfits. Gente en los límites. Sobre los límites. Gente también ilimitada. Gente que traspasó, traspasa y traspasará todos los bordes. Los de la Ley, por supuesto. Los del Espíritu, el Alma y el Cuerpo, también.
De ahí que en el Savage Cinema no todo sea salto base, olas XXXL, descensos imposibles sobre tablas increíbles filmadas como ni siquiera el mago Méliès pensó jamás que podríamos llegar a filmar. Hoy Savage se transforma en un trozo de historia del que algunos habíamos oído hablar pero nunca nos imaginamos que fuera como nos lo relata Orange Sunshine, el documento de William A. Kirkley.
Pero ¿qué se esconde tras la expresión ‘ Sol Naranja’? Sencillamente, un compuesto cristalino relacionado con los alcaloides del cornezuelo del centeno (¿recuerdan "El guardián en el centeno" de Salinger?). Por decirlo con más pureza química, dietilamida de ácido lisérgico, la ¡gloriosa LSD! La droga de la iluminación, del reencuentro con los espíritus guerreros que vagan por el Más Allá. La droga de los hippies, los primeros surfers. La de los años sesenta. La del flower power. Pura psicodelia. La droga de los hermosos hijos de la Era de Acuario.
Y ella es el hilo conductor de Orange Sunshine, un filme lleno de tripis, de viajes hacia la luz, de salitre y amor. Un documental que también muestra el paso del tiempo. Y lo hace con amor pero reflejando las arrugas en los rostros y en los corazones de aquellos pioneros, de aquellos chicos y chicas que veían amanecer en las montañas después de haber dormido y hecho el amor en los tipis de los nativos americanos. Eran la generación de ‘Haz el amor y no la guerra’. Y también la de ‘Enterrad mi corazón en Wounded Knee’. Eran la generación de Luther King, Malcolm X y Muhammad Ali. La del Black Power y las Panteras negras.
Eran igualmente aquella Hermandad del Amor Eterno (Brotherhood of Eternal Love). Para la Ley, la de Nixon y Kissinger, melenudos que traficaban con drogas. Para ellos, sacerdotes, emisarios, ofrendantes, comulgantes de una nueva espiritualidad que se alcanzaba con dosis de resplandor naranja.
Esta es su historia. Estos sus recuerdos. Sus fichas policiales. Su estreno en Europa. En el facebook se enorgullecen de estar en el festival donde Hitchcock presentó Vértigo y Star Wars tuvo su première europea. Paz, amor y LSD, hermanos.
BEGOÑA DEL TESO