"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El Festival cierra hoy con una película de superaciones personales, relaciones paterno-filiales y fondos submarinos. Jacques-Yves Cousteau es su protagonista, pero también lo son esos mares diáfanos o revueltos que se convirtieron en su hogar permanente.
Supongo que la investigación de los fondos marinos no sería lo mismo sin Cousteau. Casi todos sabemos que recorriendo todo el mundo con el buque de investigación de su propia invención, el Calypso, registró algunas de las imágenes submarinas que hoy, tantos años después –empezó a bucear y a filmar en 1942–, nos siguen subyugando. Sabemos también que realizó buenos documentales sobre el tema y que Louis Malle, el director de Ascensor para el cadalso y Fuego fatuo, se formó a su lado, siendo codirector y cámara de El mundo del silencio (1955), el documental por antonomasia de los fondos oceánicos.
El Calypso se hundió tras un accidente en el puerto de Singapur en 1996, y un año después falleció Cousteau. En 2007 se inició la reconstrucción del buque, pero los tiempos han cambiado, los Calypso no son necesarios y el proyecto quedó parado. El año pasado se subastó el buque por impago después de que el gobierno francés renunciara a financiar su restauración.
Todo eso es historia. L’Odyssée tan solo toma un momento en concreto de la vida de Cousteau, encarnado por Lambert Wilson, en el que se unen la aventura marina con la experiencia personal: la odisea del título atañe tanto a él como a su hijo, Philippe, con quien mantiene una relación no especialmente cordial cuando se embarcan juntos en un viaje. Es por lo tanto un momento crucial en la vida de ambos personajes: la experiencia en alta mar debe, al menos, limar asperezas. Philippe, cineasta, fotógrafo, marinero, cámara y piloto, emuló a su padre buceando y rodando por diversas partes del mundo, pero falleció demasiado pronto, a los 38 años de edad, en un accidente en el río Tajo.
Pierre Niney encarna al hijo. Audrey Tautou, la protagonista de Amélie, cierto, pero también de Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel, da vida a la esposa de Cousteau, Simone. El mar es el mar. No hay horizonte, como no lo hubo en la experiencia vital del explorador, investigador y cineasta. Pero el filme realizado por Jérôme Salle araña en la superficie de los problemas más personales, cuando la aventura y la exploración no son suficientes para mitigar las pérdidas y desavenencias. Como ilustra el cartel promocional de la película, con Cousteau y su característico gorro rojo de lana mirando al mar insondable, su verdadero hogar, L’Odyssée es un filme sobre un hombre en un espacio.
QUIM CASAS