"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
El primer largometraje del realizador boliviano Kiro Russo tuvo su origen en el corto que presentó en 2012 y que tituló Juku. De aquel experimento formal acerca de la luz y la oscuridad, Russo se llevó el conocimiento del lugar y los inicios de lo que luego sería su amistad con los mineros de la mina del cerro Posokoni, en la población de Huanuni en el departamento de Oruro. “No hubiéramos podido realizar esta película sin el apoyo del sindicato mixto de trabajadores mineros de Huanuni, que se interesaron por el proyecto y todos ellos forman ahora parte de la película”, aseguró ayer Russo en el coloquio que siguió al estreno de Viejo calavera en el Festival. “
“Fueron ellos mismos, los propios mineros, los que sugirieron que la película tratase precisamente el tema del distanciamiento generacional en el mundo de los trabajadores de las minas. El problema es que no quieren que sus hijos sean mineros como ellos, y hacen lo posible para que los jóvenes se vayan, con lo que muchos de esos hijos se vuelven pandilleros en la ciudad, y ese camino es precisamente el que exploramos”. El filme gira en torno a Elder Mamani, un joven hijo de minero cuya vida sucede entre alcohol y problemas. Su entrada en la mina, que se convierte en un problema para sus propios compañeros y para su familia, sirve al realizador para presentar diferentes episodios de la vida, el trabajo y las relaciones, pero con la idea, subraya, de destruir los estereotipos. Un viaje anual de recreo, el ocio y el compañerismo, los descansos, las reuniones del sindicato o los rebaños de llamas forman parte de ese objetivo.
La película no tiene una forma convencional. “Yo no partí de un guion –explicó Russo–, la narración no me interesa tanto como las sensaciones de imagen y sonido”. Por eso, en Viejo calavera, la luz y la oscuridad tienen una importancia fundamental: “El mundo se diluye un poco al entrar en la mina, y quise recrear esa sensación de que en la oscuridad lo que ves deja de ser realidad y parece un cuadro, una fantasía”. Sobre la filmación, recuerda que no fue fácil rodar en la oscuridad, “porque todas las cámaras no están preparadas para ello”. Finalmente utilizó una muy pequeña y el trabajo de luces se apoyó fundamentalmente en las linternas y la luz de la luna. Este filme es el primer largometraje sobre el tema realizado por un boliviano, y Russo prevé programar su estreno en Bolivia, en Huanuni, el pueblo minero donde se realizó. Para la producción y rodaje, el director contó con un pequeño equipo técnico –el colectivo Socavón Cine–, y un elenco de actores y actrices compuesto por los propios trabajadores de la mina y los habitantes de la localidad.
PILI YOLDI