Lo peor es la falta de oportunidades, el pulso impotente de los días cuando se han de vivir en un entorno donde el horror y el silencio que lo perpetúa se han hecho cotidianos. Estela, de 12 años, se ha enamorado de Beto, un cadete de policía más bien lerdo que tiene un plan para que puedan casarse lejos de allí. Heli, el prudente hermano de la niña, trabaja en la ensambladora de coches que alimenta a media región, la única alternativa laboral a la opción del resto, el narcotráfico. Ahora los acontecimientos van a llevar a Heli a la exploración del otro lado. No le hará falta ni salir de casa.
Heli (2013) es un thriller de textura precaria, secante en algún momento con el terror, al que su director se confiesa aficionado. Amat Escalante, mexicano nacido en Barcelona, reconoce buscar con sus películas la reacción física, lo que le certifica un cineasta burgués, de los que no pisan la arena pero trabajan desde el tormentoso callejón intelectual. Lo hace, para entendernos, a la manera de un Haneke lampiño, con quien no comparte temario pero sí ardides y determinación. Como aquel, suele solicitar del espectador que caliente la butaca, lo acomoda en un tono y le aguarda a la vuelta de la esquina con una escena de choque que fijará en él una realidad insoportable. No es tan sencillo. Son sacudidas de la conciencia destinadas a estimular reflexiones a largo plazo y en ellas radica el mayor mérito de películas como Heli, en que devuelven su monstruosa entidad a una situación, en este caso la de los cárteles y su impunidad, ante la que los medios y las agencias de información, cómplices al fin y al cabo, nos empezaban a insensibilizar.
Buñuel, tan certero en sus máximas como en su cine, sostenía que toda película sin excepción debe transmitir que vivimos en un mundo hipócrita, injusto y brutal. El director de Sangre (2006), Los bastardos (2008) o la reciente La región salvaje (2016) cumplía con creces en Heli, donde denuncia pero no da voz a los damnificados porque ante los hechos desnudos no hay más que decir. De lo que se trataría es de educar, parece comunicar la película en su sereno poso de esperanza.
Producido por su aliado Carlos Reygadas, Amat Escalante fue reconocido en Cannes de 2013 como mejor director del certamen por esta polémica película que visibilizaba con extremada crudeza una de las lacras más acuciantes de su país. El galardón se entregaba el mismo día en que el club América ganaba la liga mexicana de fútbol. Sobra decir dónde puso el foco de atención la prensa local.