"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La idea de que una persona se caiga y que esto ocasione que en otra parte del mundo un monstruo gigante haga lo mismo provocando la muerte a cientos de personas era algo que rondaba en la cabeza de Nacho Vigalondo desde hacía tiempo. Sin embargo, no podía llevarla a cabo en un largometraje hasta que no tuviera un arco narrativo claro porque “su idea era curiosa pero en esencia estúpida”, reconocía el director en la rueda de prensa que ofreció ayer en el Kursaal junto a su productora Nahikari Ipiña y el actor Austin Stowell. “Me gusta que mis películas tengan un punto de partida ingenuo, pero después deben tener un fondo”, añadía.
Como en alguno de sus anteriores trabajos, Vigalondo ha utilizado una temática fantástica, en este caso la de los kaijus japoneses, como excusa para rodar una comedia romántica o más bien antirromántica. “Es un género que amo porque me hace disfrutar pero a la vez lo odio porque pienso que todas sus historias son una apología del acoso. ¿Qué tipo de persona se planta en medio de una boda para convencer a la novia de que no se case?”, cuestionaba el director. “Considero que mi película es un puñetazo en la cara a las comedias románticas”, decía.
REPARTO INTERNACIONAL
Uno de los aspectos destacados de Colossal es la presencia de la estrella internacional Anne Hataway como protagonista. La actriz quiso participar en la obra de Vigalondo simplemente porque le gustó el guion, “sin que haya nada épico en su fichaje”. Para el realizador cántabro, “su papel era especialmente complicado porque tenía el reto de comerse al público, de ser su cómplice, sin que su personaje sea ninguna santa”.
En la película, este personaje tiene que volver a su pueblo natal tras fracasar laboral y sentimentalmente. Según Vigalondo, con ello ha querido representar sus propios miedos. “¿Y si algún día tengo que volver a Cabezón de la Sal, mi pueblo, con el rabo entre las piernas? Es algo que me inquieta y me preocupa”, confesaba el realizador. “Cuando uno escribe se proyecta en sus personajes. Éstos son pedazos de uno mismo”, aseguraba.
El cántabro sabe que su historia no va a gustar a todo el mundo, un aspecto que lejos de inquietarle considera positivo. “Antes que cineasta soy cinéfilo y mis directores favoritos siempre son polémicos”, afirmaba. Para él, un director que hace lo que gusta a todo el mundo es que está haciendo comida rápida.
Vigalondo concluyó su intervención explicando cómo había disfrutado en el rodaje. “Me encanta rodar y en cierta manera envidio a los técnicos porque ellos ruedan prácticamente cada semana y yo, en cambio, tendré que esperar al próximo proyecto”. Para el futuro, no tiene planes sino un deseo, “tener la suficiente libertad creativa como para poder elegir lo que quiero hacer sin importar que la película sea más pequeña o más grande”.
IKER BERGARA