"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Las reacciones del público durante el primer pase de la película polaca Plac Zabaw / Playground ayer por la tarde lo dijeron todo. Mientras decenas de personas abandonaron la sala impactadas por la violencia sin esperar a que acabara la proyección, otras aplaudieron a rabiar al finalizar.
Esta disparidad de opiniones se explica por la forma más que por el contenido. Playground se adentra en el tema de los adolescentes violentos y lo hace de una manera fría y distante, siguiendo a dos niños que raptan en un centro comercial a otro niño, en clara referencia al caso ocurrido en Liverpool en los años 90.
En la rueda de prensa, el director, Bartosz M. Kowalski, relató que, cuando supo de aquel suceso real se quedó “devastado” y se puso a indagar en la psicopatía en niños y adolescentes. “Buscaba respuestas a preguntas como ¿existe el mal?, ¿llevamos dentro un animal? Hasta que comprendí que no las hay. Nadie sabe por qué estos niños hacen esto. Vivimos en una burbuja, no asumimos que estamos ante una patología social. No digo que sea una generalidad, pero el problema está ahí y ocurre más veces de lo que creemos, nos guste o no”.
Sobre la reacción del público, se mostró comprensivo. “Es algo insoportable de ver. Me parece bien”. Filmada con cámara al hombro, la película mantiene un tono realista, cercano al documental. La escena en la que se desencadena la tragedia brutal está rodada a distancia y sin el plano encuadrado, pero resulta escalofriante. “Si lo hubiéramos filmado con primeros planos, habría resultado pornográfico, además de tópico”, adujo el cineasta.
Una secuencia rompe el tono realista: los niños caminan por la calle a cámara lenta y los hombres y mujeres se les quedan mirando con reproche. “La intención de esta escena es que sea un símbolo: esa gente, que condena a esos niños con la mirada, permanece pasiva, nadie les para”.
KAROLINA ALMAGIA