"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Le Trou (La evasión, 1960), la última película de Jacques Becker, podría haber sido la primera de algo nuevo. A menudo se considera su obra cumbre, la que podría verse como resumen y compendio de su trayectoria. Pero también es distinta, desprovista del romanticismo y la suntuosidad de otras películas precedentes, y llevando al extremo de forma inédita y rigurosa su preocupación por el tiempo. Lo explicaba François Truffaut: “Le Trou gira en torno a esos famosos problemas de la duración. ¿Qué momentos tenemos que filmar? ¿Qué elipsis podemos permitirnos? En todas sus películas, Becker a nivel de guion, de rodaje, de montaje, tenía que encarar esos problemas de los cortes, de los saltos, de las elipsis”.
El resultado es un mecanismo de relojería que desnuda de cualquier efectismo las acciones que construyen esa ‘evasión’ que anuncia el título español, y confeccionan con esa precisión casi matemática, a menudo en tiempo real, una oda a la amistad, a la solidaridad en pos de un trabajo común, al esfuerzo por conseguir una meta que une con los más estrechos lazos a unos individuos. Y sin ningún sentimentalismo buenista. El cineasta de la generación anterior que mejor podía conectar con la Nouvelle Vague que en ese año 1960 terminaba de explotar con toda su fuerza, daba con Le Trou unas claves de modernidad que conectaban con el Robert Bresson de Un condenado a muerte se ha escapado (1956). A saber qué otros frutos y nuevas direcciones hubiera dado de no haber muerto Becker el 21 de febrero de 1960 a los 53 años, un mes antes del estreno del filme que escribió junto a Jean Aurel y José Giovanni, autor de la novela original y uno de los nombres clave del polar francés.
El título Le Trou hace referencia a un ‘agujero’ que cobra múltiples significados. Es la celda dentro de la cárcel de Le Santé en París que ocupan los cinco reclusos reunidos. De ese agujero quieren salir practicando otro agujero en el suelo, que por medio de un minucioso plan les puede llevar hasta la misma calle, y escapar. Toda la película se sustenta en ese plan llevado a cabo con exactitud y ascetismo, aprovechando cada objeto que llega a la celda por casualidad o utilizando ingeniosas tretas, poniendo a su favor lo que ocurre alrededor y llevando a su terreno a los carceleros. No menos minucioso es el plan cinematográfico de Becker, que controlando la composición y la duración de cada plano, dialogando con las miradas y gestos de unos actores no profesionales o que debutaban en ese momento, y manejando una tensión constante sin golpes de efecto, crea un relato aparentemente seco y frío pero de intensa emoción subterránea. Y con imágenes silenciosas de gran impacto.
RICARDO ALDARONDO