"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Virginia García del Pino estrenó en San Sebastián hace un par de años La 10ª carta, un retrato del cineasta Basilio Martín Patino que le valió una nominación a los Premios José María Forqué, y un largo recorrido por festivales internacionales. Es la última etapa de una carrera como realizadora focalizada en el género documental, aunque sus inicios se desarrollaron por los terrenos del videoarte. El uruguayo Federico Veiroj se ha movido más en el ámbito de la ficción, en formato corto o largo, aunque también ha trabajado el documental. Su último largometraje, El apóstata, recibió el año pasado una mención especial del Jurado en el Zinemaldia y obtuvo el premio Fipresci. Corinne Castel tiene estudios de cine pero su labor profesional se ha adentrado sobre todo en el arte contemporáneo. Colaboradora como comisaria de arte con el Centro Pompidou, está especializada en la producción de películas e instalaciones. Los tres tienen el honor de configurar el primer Jurado que otorgará el Premio Zabaltegi - Tabakalera, sección que por vez primera es competitiva en San Sebastián. Para García del Pino, que asume la función de presidenta del Jurado, “es muy especial que cine de gran calidad se esté proyectando dentro de un centro de arte como Tabakalera”.
La idea de esta sección es abrirse a todo tipo de propuestas, sin limitaciones temáticas ni formales, y aquí tienen cabida los proyectos más inusuales o sorprendentes. Esta libertad convierte la experiencia de sumergirse en ella en “un viaje espectacular”, en palabras de Veiroj, y en la que conviven perfectamente Emily Dickinson e Iggy Pop; o cortometrajes de menos de 15 minutos con proyecciones de ocho horas. A esa libertad se une una muy alta calidad, a tenor de lo que están teniendo la oportunidad de ver. Sin embargo, ellos no quieren dejarse llevar por la idea de cine rompedor, arriesgado o inusual, pues eso no es exclusivo de este ciclo y bien puede verse en cualquier sección del Zinemaldia. El criterio no deja de ser el mismo que tienen siempre cuando ven una película: que les guste. “Yo no pienso si las películas son rompedoras o vanguardistas, sólo si me emocionan”, explica Veiroj. Por su parte, García del Pino apunta hacia la honestidad de la propuesta: “Yo necesito creerme lo que me están contando, que sea de verdad”. Además, como matiza Castel, “no tiene sentido plantearse ningún criterio fijo cuando el cine que estamos viendo es tan diverso”.
Aquí no valen las etiquetas, porque esa diversidad es en definitiva el gran rasgo distintivo de la sección. “Al final, hay tanta variedad como directores”, indica Veiroj. Pero sí que hay un común denominador, como continúa explicando el cineasta uruguayo y que confirman los tres: “Todo lo que estamos viendo transmite la sensación de que ha nacido, no en una oficina, sino del hambre de crear, de la pasión. Por eso estamos disfrutando tanto”.
GONZALO GARCÍA CHASCO