"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Viejo conocido del Festival, donde ha competido hasta en cuatro ocasiones por la Concha de Oro obteniéndola en 2012 con Dans la maison, François Ozon regresa al Zinemaldia para presentar en Perlas Frantz, su último trabajo. Amante de los retos, el cineasta francés ha optado esta vez por adaptar una vieja obra de teatro de Maurice Rostand que ya fue llevada al cine por Ernst Lubitsch en 1932 bajo el título de Broken Lullaby (en España, Remordimiento). “La película propone un juego de espejos que, a su vez, ilustra un doble viaje, el de Adrien a Alemania buscando el perdón y el de Anna a Francia buscando el amor”, comenta el director a propósito de una historia ambientada a la conclusión de la I Guerra Mundial donde disecciona la imposibilidad de construir un amor sobre los rescoldos de la hostilidad. Buscando un toque diferenciador respecto de la obra en la que se inspira, Ozon ha resuelto contar la historia de la película desde el punto de vista alemán en lugar de francés: “Tanto la obra de Rostand como el filme de Lubitsch son anteriores a la II Guerra Mundial y este conflicto cambió las percepciones sobre la relación franco-germana, lo cual me obligaba a trabajar desde una perspectiva distinta”.
El director se reconoce un apasionado de la cultura alemana y ese entusiasmo le ha guiado en la búsqueda de influencias estéticas para una película muy trabajada en el plano visual: “Curiosamente los referencias de las que más me he servido son literarias y no tanto pictóricas cinematográficas y pienso, por ejemplo, en autores como Stefan Zweig”.
Pero más allá de influencias, Frantz es una película que transita por escenarios emocionales recurrentes en la filmografía de Ozon, como la paradoja que supone la aceptación de la muerte como elemento de supervivencia: “Eso ya estaba presente en Bajo la arena, pero en el caso de Frantz me interesaba poner en contacto a dos personajes que van en direcciones opuestas: mientras a Anna el dolor le hace ir hacia la vida, Adrien se queda instalado en una especie de bucle luctuoso”.
LA FICCIÓN COMO ALIMENTO
También la mentira como elemento para la forja de la propia identidad es un argumento que está en el filme: “Sí, es un tema que siempre me ha interesado –reconoce Ozon– pero yo no hablaría tanto de mentira como de ficción. La identidad, al fin y al cabo, es una construcción que se alimenta de ficciones. Lo interesante es asumir si preferimos erigirnos en protagonistas de esas ficciones o nos conformamos con ser espectadores de las mismas. Y yo creo que eso es lo que diferencia a los dos protagonistas de esta historia”.
Por otra parte, llama la atención el modo en que el director francés juega con un recurso como el flash back: “Normalmente el espectador da por sentado que cuando un personaje recuerda unos hechos, éstos son ciertos. Pero a mí me gustaba la idea de usar el flash back para representar una mentira. Lo que ocurre es que la mentira, en este caso, deja paso al deseo y el deseo es algo muy real”.
JAIME IGLESIAS