"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Hoy se presentan en la Sección Oficial dos películas que representan modelos equidistantes de producción, Snowden (fuera de concurso), el último filme de Oliver Stone, y La reconquista, debut a competición del más joven miembro de la familia Trueba, Jonás.
Stone representa algo así como el lado virulento y combativo del cine de Hollywood; un cineasta político que no se parece a ningún cineasta político, o al menos como este término se ha empleado al hablar de Costa Gavras o Francesco Rosi. Tras realizar varias películas sobre la guerra de Vietnam, los movimientos bursátiles de Wall Street, la contracultura de los sesenta, algunos presidentes (Kennedy, Nixon, Bush Jr.) y el 11/S, el que fuera también guionista de la no menos controvertida Manhattan Sur, de Michael Cimino, se enfrenta en Snowden con el personaje real que sacó a la luz las interioridades de la Agencia de Seguridad Nacional. Con Stone nos visita el protagonista del filme, James Gordon-Levitt, actor ingrávido por excelencia: recordemos su ballet contra la ley de la gravedad en una de las escenas más memorables de Origen, de Christopher Nolan, y sus equilibrios con pértiga entre las dos torres del World Trade Center en El desafío.
El carácter expansivo y agitado de Stone contra el carácter íntimo y reflexivo del cine de Jonás Trueba. La reconquista habla estrictamente de eso, sin épica: de la reconquista amorosa, o de la imposibilidad de retener en el tiempo aquello que se tuvo y no se conservó. Una pareja se reencuentra quince años después de haber sido novios en la adolescencia y de jurarse, mediante cartas, una fidelidad difícil de conservar. Quince años son muchos, sobre todo cuando la vida se devora rápido y con ansias de nuevas experiencias, pero Trueba sabe de qué manera contarnos la influencia del paso del tiempo desde el presente y lo difícil que será siempre volver a ponernos en contacto con lo que una vez quisimos, ansiamos o añoramos.