"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Antes de concluir su obra con dos de sus películas clave, Los amantes de Montparnasse (1958) y La evasión (1960), Jacques Becker realizó otros dos filmes consecutivos consagrados a géneros populares y que constituyen los dos únicos trabajos en color de su filmografía. El primero, Alí Babá y Los cuarenta ladrones (1954), es un vehículo al servicio del ya entonces veterano Fernandel, toda una institución, todo un icono del cine francés. Tradicional arabian fantasy (los créditos la etiquetan como comédie-farce) inspirada en los cuentos de 'Las mil y una noches', la película, que contó nada menos que con Cesare Zavattini en el guion, es un ligero divertimento en el que es difícil, por no decir imposible, hallar huella autoral: el cineasta no hizo buenas migas con Fernandel y se limitó a ilustrar con pulcritud una trama liliputiense que tiene sus mayores atractivos en la belleza exótica de decorados y escenarios naturales y en algunos gags inspirados: Alí Babá burlando a los dos centinelas dormidos con sus monedas de oro o pronunciando las célebres palabras “Ábrete, Sésamo”, que logran abrir no sólo las rocosas puertas de la cueva de los tesoros sino también la de la jaula del loro.
De mucha mayor envergadura es Las aventuras de Arsenio Lupin (1957), un impagable folletín de época protagonizado por el distinguido ladrón de guante blanco creado por Maurice Leblanc. Dado que Becker no disponía de los derechos de los relatos, inventó un guion que describía tres peripecias de Lupin, en el que colaboró Albert Simonin, el autor de la novela que alumbró la magistral Touchez pas au grisbi (1954). El robo de unas joyas en la habitación de un hotel, ante las narices de los propios propietarios de la joyería, es de un ingenio portentoso, una de las grandes escenas del cine de Becker, y no menos memorable resulta la tercera hazaña, que implica al mismísimo káiser Guillermo II (una notable composición de O. E. Hasse, el inolvidable asesino de Yo confieso, de Alfred Hitchcock, 1953), en un tramo con aires de vodevil, que remata un brillante gag final en el parisiense Maxim’s. Impecablemente ambientada, Becker inunda de proa a popa Las aventuras de Arsenio Lupin de ironía (la secuencia en que contemplamos a Lupin en su intimidad, descubriendo que el mítico ladrón tiene en su morada una caja fuerte para guardar sus bienes más preciados: barbas y bigotes postizos, peluquines…), galantería, refinamiento y un charme irresistible, de inesperado perfume lubitschiano.
JORDI BATLLE CAMINAL