"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Compte tes blessures es el primer largometraje de Morgan Simon, pero hablar de nuevo director en su caso se antoja un tanto arriesgado. A pesar de su juventud, tiene en su haber siete cortometrajes, uno de los cuales, Essaie de mourir jeune, fue incluso nominado al César. En cierto modo, el filme que ahora presenta en el Festival está conectado con sus anteriores trabajos. En él vuelve a abordar los vínculos entre juventud y marginalidad: “En un principio se trata de dos conceptos que no tendrían que estar relacionados, pero las fronteras entre ambos se presentan cada vez más difusas y a mí me gusta moverme en territorios de ambigüedad”. Uno de los escenarios que explora Simon en su película es el de las difíciles relaciones entre el protagonista –un joven infeliz que vive por y para su banda de post-hardcore– y su padre: “Muchas veces heredamos de nuestros progenitores problemas que ellos no resolvieron y que tienen que ver sobre el modo de enfrentarse a las estructuras de poder. En este sentido las tensiones generacionales no dejan de ser un conflicto político. En mi película muestro cómo el padre representa esas estructuras del poder patriarcal frente a las cuales mi protagonista se rebela, pero ¿Cómo se rebela? Y, sobre todo, ¿Cómo se es más alternativo? ¿Llenándose el cuerpo de tatuajes o trabajando en el mercado de sol a sol como hace su padre? Al final, mi protagonista se descubre realizado a través del trabajo manual”.
El concepto de generación perdida que tanta fortuna hizo en España para referirse a una juventud desahuciada, sin expectativas y sin futuro es extrapolable a la realidad social francesa, según Morgan Simon: “Marcharse de casa cuesta dinero, estudiar una carrera es algo que cada vez te ocupa más tiempo y el título que te dan, en el fondo, tiene poco valor. El trabajo intelectual tiene menos reconocimiento cada día”. Aun así, el director no admite una identificación plena entre él y el protagonista de su película: “A mí me gusta el mismo tipo de música que a él pero hasta ahí. Yo soy un tipo bastante calmado y él vive en un estado permanente de efervescencia. Quizá dentro de mí también quepa hallar ese nervio, esa tensión pero, hasta ahora, afortunadamente no ha explotado”, dice Simon con media sonrisa.
Acompañado de su actor protagonista, Nathan Wilcocks, ambos se muestran ilusionados con su presencia en el Festival: “Más allá del honor que supone estar seleccionado para una sección como Nuev@s Director@s, estamos ansiosos por poder ver películas de otros”.
JAIME IGLESIAS