"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Este escalofriante documental, multipremiado y nominado al Oscar en 2005, parte de una premisa tan anecdótica e insignificante como es introducir una nueva especie animal en el lago Victoria en los años sesenta. La perca del Nilo, un pez aparentemente inocuo, se multiplicó rápidamente y resultó ser un voraz depredador que exterminó las especies autóctonas del enorme lago. Este hecho no solo tuvo funestas consecuencias ecológicas, sino que modificó drástica y dramáticamente el modo de vida de los habitantes del norte de Tanzania. Como suele ocurrir en estos casos, el lucrativo negocio surgido de la exportación de los blancos filetes, no repercute de manera provechosa en los nativos, condenados a sobrevivir entre espinas.
Sin un narrador en off, y sin atisbo de moralina o prejuicio, el director nos muestra con tono sobrio y contundente el desolador panorama derivado de los efectos de una despiadada globalización en un país del tercer mundo. La nociva incursión foránea del pez funciona como metáfora perfecta de este brutal documento, un ejemplar e inteligente trabajo que utiliza la fuerza de la imagen para dar a conocer la problemática del lugar. Pero el documental no solo sirve para revelar al mundo la miseria a la que se ve sometida este pueblo, sino que el afán investigador de Sauper destapará una verdad aún más atroz, un negocio mucho más turbio y peligroso: los aviones rusos que aterrizan para llevarse el pescado traen consigo una carga oculta: las armas que serán utilizadas en los conflictos bélicos del corazón de África.
La acción avanza de forma pausada pero inexorable, respondiendo por sí misma a todas las interrogantes, delatando la interrelación de las diferentes historias, y evidenciando que no hay efecto sin causa. La indiferencia mostrada por ministros africanos y comisarios de la UE, empeñados en mirar para otro lado, agrava aún más si cabe el retrato sincero de pescadores arruinados, mujeres abocadas a la prostitución, niños que se alimentan de raspas de pescado, y pilotos rusos con pocos escrúpulos. Todo este corrompido ecosistema supone una incómoda pero inevitable experiencia para el espectador occidental. La crudeza de las pequeñas historias conforma una llamada de atención sobre otra injusticia más cometida por países desarrollados en territorio africano, pues en cada plano impregnado de miseria quedan reflejadas las miserias de occidente. El pez grande siempre se come al chico, y además, con total impunidad.
La pesadilla que se muerde la cola.
ANGEL ALDARONDO