"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Una pareja besándose en moto, un grupo de jóvenes a bordo de un avión que despega, un matrimonio peleando a brazo partido en el lecho conyugal… Tres finales felices. Mientras que los policiales de Becker son películas esencialmente masculinas, en sus comedias románticas es la mujer quien lleva la iniciativa. En Antoine et Antoinette (1947) el billete de lotería premiado, comprado por ella y extraviado por él, podría ser causa de separación. Él ha cifrado todas sus ilusiones en una moto con sidecar, ella en escapar del acoso de un tendero rijoso. Un conflicto de clase en cuya resolución, como en Le Crime de Monsieur Lange (Jean Renoir, 1936), participarán todos los vecinos de modo solidario. Los sueños de la pareja han sido escritos con lápiz de labios sobre un espejo, lo que anticipa el carácter ilusorio de un hipotético final feliz.
El dilema de Caroline en Édouard et Caroline (1951) es que ha elegido vivir con un pianista modesto pese a pertenecer a una familia adinerada. Su tío ha invitado a lo más selecto de la sociedad –damas frívolas, jóvenes petulantes, acaudalados ignorantes– para que lo escuchen tocar. Pero él carece de chaleco para vestirse de gala y ella ha decidido modernizar su viejo vestido. Una sencilla trifulca marital degenera en batalla campal que se prolonga hasta el mismísimo final. La pasión –caprichosa en ella, dominante en él– pone en entredicho el futuro de la pareja.
El carácter coral de Rendez-vous de juillet (1949) permite contemplar un panorama mucho más amplio de la familia contemporánea. Los protagonistas y sus enredos amorosos sirven a Becker para cartografiar el desencanto y las ilusiones de la juventud burguesa de posguerra: aspirantes a actrices, titulados en fotografía, músicos de jazz y estudiantes de etnografía bailan, beben y viven.
Édouard et Caroline se resuelve en una noche y dos decorados. Antoine et Antoinette conserva la unidad de tiempo pero los escenarios se multiplican y sobre todo nos introducen de lleno en un mundo próximo: el metro, los grandes almacenes, la imprenta de Édouard, las calles de París. Rendez-vous de juillet diversifica aún más sus escenarios y culmina en un avión rumbo a África donde todos los sueños pueden cumplirse… pero del que ya está programado el regreso a plazo fijo.
Becker no niega a sus personajes la dicha de un happy end, pero no deja de advertirnos que la felicidad es siempre un paréntesis que el relato abre y cierra.
AGUILAR y CABRERIZO