"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Para quienes crecimos en los ochenta, Ethan Hawke se nos reveló como ese estudiante tímido que encabeza el alzamiento final en el aula de El club de los poetas muertos (1989), cuando se sube al pupitre para despedir con un “Oh captain, my captain” al profesor que les ha inspirado de por vida en una escuela donde rige la disciplina vacua. Antes ya había ejercido, junto a River Phoenix, como uno de los Exploradores (1985) de Joe Dante. Pero fue la película de Peter Weir la que lo puso en nuestro radar. Pocos años después, el actor adolescente certificó su entrada en el mundo adulto en otro hito de su época, Reality Bites. Bocados de realidad (1994), el film con que Ben Stiller retrató la dispersión vital de la cacareada Generación X.
Quizá el Hawke actor también asumió las enseñanzas del maestro que encarnaba Robin Williams, ya que su carrera no se ha ajustado para nada a los dictámenes de Hollywood. Los títulos que jalonan su filmografía no son grandes blockbusters ni tampoco esas películas concebidas para lucir en los Oscar; lo que no ha impedido que lo nominaran cuatro veces. Su filmografía denota una clara apuesta por directores que, sin dejar de moverse muchos de ellos dentro de la industria, aportan miradas personales y heterodoxas. Protagonizó la ópera prima de Andrew Niccol, Gattaca (1997), uno de los títulos de ciencia ficción más influyentes de los últimos años, y ha colaborado en otros de sus filmes como El señor de la guerra (2005) o Good Kill (2014). También ha trabajado diversas veces con Antoine Fuqua, desde la contundente Training Day (2001) hasta el remake de Los siete magníficos que podemos ver en Zinemaldia. Además de aparecer en la magistral ópera póstuma de Sidney Lumet, Antes que el diablo sepa que has muerto (2007). En una actitud muy rock’n’roll, Hawke se ha convertido en una presencia habitual en películas de género tan sólidas como poco complacientes estilo The Purge (James De Monaco, 2013) o Sinister (Scott Derrickson, 2012). E incluso protagonizó la última incursión de Alejandro Amenábar en el cine estadounidense, Regresión (2015).
Pero si hay un cineasta que marque la carrera de Ethan Hawke es Richard Linklater. Ambos provienen de Austin, la ciudad que se ha convertido en el nuevo foco del cine independiente norteamericano. Y su vínculo redefine la tradicional relación entre actor y director. Mucho más que un intérprete que cumple instrucciones, Hawke se ha convertido en un cómplice creativo de varias de las ocho películas que han rodado juntos, desde la trilogía iniciada con Antes de amanecer (1995) hasta Boyhood (2014). Y el propio Hawke ha firmado como director títulos como Chelsea Walls (2002) o el documental musical Seymour: An Introduction (2015), además de escribir varias novelas. En los últimos años su carrera bulle de proyectos. En el Festival le veremos también en el biopic de Chet Baker, Born to Be Blue de Robert Budreau. Por si el ritmo decayera, él y Linklater ya tienen un plan de jubilación diseñado. Anticipan medio en broma que van a rodar juntos El rey Lear cuando Hawke cumpla 80 años y Linklater alcance los 90. Esperamos celebrarlo.
EULÀLIA IGLESIAS