Edouard Waintrop es delegado general de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, y un veterano visitante de nuestro Zinemaldia, al que viene acercándose asiduamente desde 1989. Lo ha visto evolucionar mucho, pero siempre ha encontrado en sus retrospectivas y secciones paralelas un valor distintivo. Waintrop es uno de los siete representantes y programadores de festivales de todo el mundo que, como parte del Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE) que promueve Acción Cultural Española (AC/E), se han reunido un año más en el festival donostiarra.
Junto a Waintrop, el pasado martes se reunieron compartiendo espacio común en el claustro del Museo San Telmo, Choong Jik Lee de Jeonju International Festival (Corea), Fréderic Boyer de Tribeca Film Festival (Estados Unidos), Carlo Chatrian del Festivaldel Film de Locarno (Suiza), Tiina Lokk-Tramberg de Tailinn Film Festival (Estonia), y Karel Och del Karlovy Vary International Film Festival (República Checa).
La idea del encuentro en San Sebastián resulta muy apropiada en un festival que todos ellos aprecian precisamente por la cercanía que ofrece entre público y cineastas, su sensación de proximidad en el marco del centro de la ciudad de San Sebastián, y su ambiente notoriamente amistoso. “Es el espíritu que tiene que mantener. Éste no deja de ser un festival grande, pero que cuida lo cercano”, apunta Chatrian.
Como señala Karel Och, “el gran logro del Festival de San Sebastián es el equilibrio que alcanza entre las dos dimensiones que conviven en todo festival: la industria y el público. En San Sebastián se ve al público muy implicado y mostrando un gran interés por el cine. Eso hace que la gente de la industria quiera venir aquí”.
Esa reivindicación del contacto entre cineastas y público es el gran valor que los programadores atribuyen a los festivales de cine. Los debates, el intercambio de opiniones con los espectadores y la creación de redes de trabajo entre profesionales, son esos aspectos que hoy en día, en estos tiempos de crisis que la industria cinematográfica atraviesa, hacen especialmente útiles a este tipo de eventos. Además de, por supuesto, facilitar la exhibición de películas que de otro modo no podrían llegar a la mayor parte del público dentro de los circuitos comerciales.
En concreto, Frédéric Boyer añade que el objetivo de Tribeca, además de facilitar la relación entre espectadores y películas, es “la creación de una gran comunidad internacional a través de la cual se compartan experiencias entre distintos profesionales”, lo cual no deja de ofrecer una notable concordancia con estos encuentros promovidos por Acción Cultural Española.
El valor de compartir es algo muy presente para los representantes de los festivales que se juntaron el martes en San Telmo. “Lo normal es compartir. La mayoría de nosotros nos conocemos, somos amigos y cooperamos”, aclara Tiina Lokk- Tramberg. Y continúa Boyer: “La idea de la competencia entre festivales como extensión de la competencia entre películas que a menudo transmite la prensa no es real. Hay que ver el cuadro completo más allá de los concursos. Todos estamos en lo mismo: apoyar el cine”.
“El cine español no es uno, son muchos”
El objetivo con que AC/E promueve estos encuentros entre festivales es la internacionalización de la cultura española, algo que resulta muy acorde con el Zinemaldia, puesto que uno de los aspectos que más valoran del mismo los programadores es la oportunidad de ver un buena muestra del mejor cine español y, complementariamente, latinoamericano, con el cual establece fuertes lazos y relaciones de influencia. Para Carlo Chatrian, el cine español está demostrando que no es un solo cine, sino varios. Los programadores coinciden en la apertura de géneros y temáticas que está experimentando la cinematografía española. Para Tiina Lokk-Tramberg, una de las grandes suertes de la misma es que ofrece cine en distintos idiomas, como el español, el euskera, el catalán y el gallego, y una amplia diversidad cultural. El coreano Choong Jik Lee sintió el potencial de una película como Amama de transmitir simbolismos y sentimientos de un pueblo sólo a través de las imágenes, incluso habiendo tenido la peculiar experiencia de haber visto la película eneuskera con subtítulos en castellano y no haber entendido ni una palabra. Es el poder de las imágenes del cine.
GONZALO GARCÍA