"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Si tuviera que elegir las personal idades más destacables que me he encontrado a lo largo de mis investigaciones, Cooper y Schoedsack sin duda estarían entre ellas”. Habla el historiador Kevin Brownlow, fundador de Photoplay Productions y uno de los más importantes recuperadores y restauradores de cine de los pioneros del séptimo arte. Puede hablar con conocimiento de causa, pues conoció personalmente a los creadores de King Kong, y tuvo contacto especialmente con Merian C. Cooper, quien le llegó a pedir que le ayudara en la elaboración de su biografía, lo que le facilitó el acceso a una documentación
exclusiva que convierte a Brownlow en, seguramente, el mayor experto en su figura.
El Festival de San Sebastián ha tenido la enorme fortuna de contar con un texto de Brownlow en el libro dedicado a Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, la retrospectiva clásica de la presente edición, y que fue presentado ayer por Quim Casas -del Comité de Selección del Zinemaldia- y Ana Cristina Iriarte -de Filmoteca española-, responsables de su edición. El propio Brownlow estuvo presente en la presentación.
Y sin embargo, las figuras de Cooper y Schoedsack han quedado sepultadas bajo el mito de su propia creación. Salvo King Kong y, en menor medida, El malvado Zaroff, la obra de estos dos cineastas es muy poco recordada, y sus nombres apenas conocidos por el gran público. Casas e Iriarte recordaron que nos estamos refiriendo a dos figuras, Cooper principalmente desde la producción y Schoedsack desde la dirección, que resultaron muy innovadoras en su día: se anticiparon en la combinación de técnicas documentales en los relatos de ficción, llegaron a rodar en lugares inhóspitos y a fotografiar la naturaleza como nadie lo había hecho nunca, y experimentaron con nuevos formatos como el Cinerama, un precedente del Cinemascope. “Fueron dos personalidades fuertes que hicieron avanzar el cine”, apuntó Iriarte.
Brownlow destacó especialmente la faceta enérgica, romántica y aventurera de Cooper y su intensa biografía personal. La privilegiada documentación de la que ha dispuesto le permitió realizar el documental I’m King Kong! que se proyecta en el Festival. Un documental que, como el presente libro, sirve para sacar del olvido y el anonimato a dos creadores muy a tener en cuenta más allá del mito, en todo caso inmortal, de ese gran gorila que muere por amor.
G.G.C.