"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Me pasaría la vida visionando películas”, reconoce Fran Gayo, programador de cine del Centro Niemeyer de Avilés (Asturias) y del BAFICI, el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. Asturiano de nacimiento (Xixon, 1970) y argentino de adopción, Fran Gayo trabaja a caballo entre los dos lugares, forma parte del equipo de contenidos de la plataforma de video QUBIT.TV y en su trayectoria profesional incluye el comisariado de exposiciones y la crítica de cine en diferentes medios.
Además de su declarada vocación –“tengo el trabajo más chulo del mundo”–, el oficio de programador es para él una gran responsabilidad. “Cuando programas, eliges unas cosas y dejas otras de lado, pero tienes que tener muy claro por qué lo haces y dar las explicacionesque sean necesarias al público. No es lo mismo trabajar como programador en Barcelona, que tienes oferta de todo, que por ejemplo en Asturias, donde se están cerrando todos los cines”. En su trabajo concreto en el Niemeyer, Gayo considera que su propuesta debe adaptarse a la realidad de una ciudad como Avilés en la que el Centro seha convertido en la única sala de exhibición tras el cierre de los cines Marta: “Tienes que responder a la realidad social de donde estés y abrir el abanico para ofrecer más cosas”. Este tipo de salas juegan, a su juicio, un papel clave en el momento que vive el cine de nuestro país. “Me parece que espacios como éste, o como el MUSAC en León, el CCCB en Barcelona o Tabakalera aquí en San Sebastián, tienen una función como vía alternativa de exhibición. Esas películas que no van a ir a las salas convencionales, incluidas las de las distribuidoras pequeñas que se arriesgan, dependen de nosotros, y nuestro objetivo debe ser llegar al máximo público posible”. La clave, considera, está en la comunicación: “Hace unos años, salió el mito de que da lo mismo ver películas en casa con una buena pantalla y eso fue una gran mentira; ahora nosotros tenemos que argumentar por qué es importante reunirse en una sala de cine y sumergirte en una catarsis colectiva con otra personas, por qué merece la pena ir al cine en lugar de salir a cenar o a otra cosa. Tenemosque estar muy convencidos de lo que programamos y transmitir ese entusiasmo a la gente”.
En su papel de integrante del Jurado de Horizontes Latinos, junto con Agustina Chiarino y Rubén Ochandiano, Fran Gayo considera que están visionando una “propuesta variada y muy interesante”, y lo que más le gusta es lo heterodoxo de las diferentes cinematografías que representan: “Poder transmitir al mundo la complejidad de todo un continente ya es un paso interesante; el cine de América Latina es tan variado como todo el continente, y tiene que dejar de transmitir esa imagen tan estereotipada de porno miseria, como la calificó el realizador colombiano Luis Ospina en Amarrando Pueblo“.
Desde su trabajo en Buenos Aires, Gayo valora positivamente el estado de salud de la cinematografía latinoamericana, comenzado por el argentino que cuenta además con lo que considera un público de lujo. Colombia lleva también un par de años muy arriba y están también pasando cosas en países que no se pensaba, como Venezuela que llega aquí nada menos que con un León de Oro de Venecia.
PILAR YOLDI