"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
La película empieza de una forma concreta y deriva, de manera inesperada, hacia otros intereses y tonos dramáticos. En el cambio tonal reside uno de los muchos alicientes de Vida sexual de las plantas, segundo largometraje del chileno Sebastián Brahm, quien cuenta entre sus actores con el también director Christian Jiménez, autor de La voz en off, filme que compitió en la Sección Oficial en Zinemaldia del pasado año.
Estos dos directores, y unos cuantos nombres más, demuestran la pujanza de la cinematografía chilena actual. Películas nada tradicionales, a veces desconcertantes, siempre en pos de unas temáticas y lenguajes narrativos propios y diferenciales. Como en este caso. El relato se inicia con los días tranquilos de una pareja de vacaciones. Pero cuando hacen el amor, él prefiere eyacular fuera. La primera duda está sembrada: ella desea quedar embarazada, él no tiene nada clara la paternidad. Después, a consecuencia de un accidente absurdo, todo cambia en la relación de la protagonista con su pareja, con los amigos, el trabajo, el mundo en general.
El filme va haciéndose cada vez más inquietante, pero no es inquietud en el sentido clásico de la palabra, sino sigilosa perturbación de las emociones y relaciones presidida por una abstracta idea del sentimiento de culpa. La maternidad se convierte en una obsesión que genera una serie de tensas situaciones capturadas por Brahm de manera muy particular y original.
Quim Casas