Raphael y Álex de la Iglesia se profesan mutua admiración. Se nota. La química que existe entre ellos fue evidente en la rueda de prensa que, junto al resto del equipo, ofrecieron ayer para presentarMi gran noche, el regreso del cantante a la gran pantalla tras más de tres décadas consagrado exclusivamente a los escenarios: “Me apetecía mucho volver a hacer cine y la verdad es que me he sentido muy arropado por el resto de actores. En las películas que había rodado en los 60 y 70 todo era muy distinto, te montaban un camerino y solo te sacaban de él para hacer tus escenas que, además, rodabas solo, la réplica te la solía dar tu director de réplica, no un compañero”. “La verdad es que Raphael parece que le ha cogido el gusto a esto de hacer cine, y ya estoy viendo la posibilidad de hacer con él una película de terror porque da un perfil de psycho killer muy interesante”, comentó con sorna Álex de la Iglesia antes de explicar cómo consiguió convencer a la estrella para su retorno a la gran pantalla: “Fue la cosa más sencilla del mundo, aunque no voy a negar que al principio estaba un poco acojonado porque cuando acabamos de redactar el guion nos dio por preguntarnos ‘y si ahora este señor nos dice que no, ¿qué hacemos?’, porque lo que estaba claro es que la película solo tenía sentido con él. Así que nos reunimos y le dijimos `¿qué te parece?’, a lo que él contestó con un escueto `bien’. ‘Pero ¿estás dispuesto a hacer la película tal y como viene en el guion?’ le volvimos a preguntar. ‘Sí claro’ nos respondió. Esa disposición y esa sencillez nos hizo asumir que estábamos delante de un artista no sólo grande sino generoso como pocos”.
Las dudas del cineasta bilbaíno radicaban en el personaje que había diseñado para Raphael, un divo de la canción sibilino, orgulloso y vengativo que reacciona de manera violenta en cuanto se siente amenazado: “El personaje no tiene nada que ver conmigo, pero sí que conozco a unos cuantos así”, comentó el intérprete entre risas. En torno a la figura de Alphonso (alter ego del propio Raphael) gravitan los demás personajes de una película que recrea la grabación, en pleno verano, de un especial televisivo de Nochevieja. El contraste entre el clima de opulencia y falsedad que se da en el estudio y aquello que acontece de puertas afuera, con un piquete de trabajadores de la cadena amenazados por un ERE que intentan boicotear la grabación, le confiere a la película una dimensión de retrato social que el propio Álex de la Iglesia reconoció: “Lo que pasa es que yo sigo pensando que el único registro desde el que se puede abordar la realidad de este país es la farsa. Tal y como están las cosas, el sentido del humor es lo único que nos permite sobrevivir y la carcajada es un elemento liberador”, argumento que fue asumido también por Raphael a la hora de justificar su disposición a reírse de sí mismo en esta película.
Comedia coral
Aunque De la Iglesia desechó el adjetivo berlanguiano para definir su película (tal y como le propuso algún periodista), “por el respeto que me merece Berlanga más que nada”, el director sí admitió haber asumido del maestro su gusto por el costumbrismo y por la comedia coral: “Podría decirse que Mi gran noche es la historia de un grupo de rebeldes metidos en una especie de Estrella de la Muerte con Raphael ejerciendo de Darth Vader”, afirmó el cineasta entre risas antes de reconocer que “me gustan los repartos corales y aparentemente contradictorios porque ese choque de estilos que se genera es el que ayuda a sostener el edificio”. Reacio a hablar de su estilo como director, fue la veterana Terele Pávez (una presencia habitual en las películas del bilbaíno) la que definió el modo de trabajar de Álex como el propio de un niño entusiasta que “mete todos sus muñecos en una caja y se dedica a jugar con ellos sin que nosotros los actores, que somos esos muñecos, nos demos cuenta aparente de ello”.
J.I.